Rubén Cortés.
Lo batearon ayer, pero el presidente de México quiere de todos modos que el de Estados Unidos cumpla por él una de las promesas electorales con las que ganó en 2018: que le de visas de trabajo a los migrantes centroamericanos.
En su campaña, el presidente mexicano dijo:
“Vamos a ofrecer empleo a los migrantes centroamericanos, el que quiera trabajar en México tendrá apoyo. Vamos a darles visas de trabajo, vamos a construir con ellos el Tren Maya, el Tren Transístmico, que vengan a nuestro país con el tema de construir”.
Sin embargo hoy, en la Cumbre de Cambio Climático, quiere que sea Joe Biden quien cumpla por él aquella promesa suya: que sea Biden quien de a los migrantes centroamericanos visas de trabajo, primero; y después, la ciudadanía estadounidense. Así de fácil.
Aunque al mandatario mexicano debe parecerle que tiene derecho a pedirlo, si se tiene en cuenta que es el gendarme migratorio de Estados Unidos contra los centroamericanos, por lo cual la Casa Blanca lo ha felicitado, y le ha pagado con medidas económicas.
Hace dos semanas, el expresidente Trump le dijo a Fox News:
El presidente mexicano me tenía 28 mil soldados deteniendo en la frontera a personas que venían de Honduras y Guatemala, mientras yo construía el muro. Él entendía que yo podía aplicarle aranceles si no lo hacía. Era un buen sistema”.
Y esta semana, el gobierno mexicano admitió que dislocó 10 mil soldados en su frontera sur “para dispersar a un gran contingente de migrantes”, como aseguró la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, pero que lo hizo “con apego a los derechos humanos”.
Pero la verdad es que el presidente mexicano no sólo le está endosando el problema a Biden, pidiéndole que de visas de trabajo y hasta la nacionalidad a los migrantes centroamericanos: también le está dando la solución mágica.
Le dice a Biden que le pague a los migrantes por sembrar árboles en sus países, que a los tres años les dé visa de trabajo y luego la nacionalidad estadounidense a la que, por ley estadounidense, se puede acceder sólo tras cinco años de residencia permanente.
O sea, ya que cumpla el presidente de Estados Unidos lo que ofreció él entre sus promesas para ser presidente de México:
“Los que necesiten que vengan de otras partes, porque somos muy solidarios los mexicanos. ¿Qué decimos en las familias? Que donde come uno, comen dos. Vamos a llevar a cabo, esa solidaridad. Vengan todos a México, porque donde come uno comen dos”.
Que coman todos, se vayan todos, que haya solidaridad, que den visas, que den nacionalidad, pero en Estados Unidos. Y donde dije digo, digo Diego.
Todo muy sencillo.