Rubén Cortés.
El inicio de las maniobras del presidente para reformar al INE después de junio, coincide con las reformas electorales de su aliado político e ideológico, el dictador de Nicaragua, que niegan la posibilidad de elecciones libres.
Es una fórmula muy sencilla, tanto que ya la aplicaron con éxito gente como Ortega, Chávez, Maduro, Evo Morales, los Kirchner, Correa, Putin: la proximidad del Tribunal Electoral con el gobierno, y el uso de los recursos estatales para propaganda del gobierno.
El presidente mexicano y sus operadores legislativos presentan como inevitable su reforma electoral, después de las elecciones intermedias de junio, aunque pierdan la mayoría entre los diputados: el presidente mexicano ya avisó que lo hará por decreto.
Pero sus operadores legislativos han sido finos al decir que desmantelarán el INE “de manera juiciosa”. Uno de sus porros, Salgado Macedonio, es crudo en la advertencia: “Vamos a desmantelar el edificio del INE para hacer una clínica”.
Sin embargo, el camino que sigue el presidente mexicano para preparar su permanencia en el poder, tras el fin del mandato constitucional, es inherente al sistema de gobierno populista por el que votaron 30 millones de mexicanos en 2018.
La verdad es que no hay régimen populista sin reelección. Desde el 2000, en el mundo 17 presidentes populistas cambiaron la Constitución para reelegirse, eliminando los contrapesos del Estado de Derecho que los condujeron al poder en comicios imparciales.
Es lo que hace Daniel Ortega, a la par que el presidente mexicano; y como hicieron antes Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Evo morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, y Putin en Rusia: todos, aliados del presidente mexicano.
Aunque el dictador de Nicaragua va más adelantado y es menos sutil que el de México, pues va por su cuarto periodo en el poder, y su reforma le da a su gobierno toda la estructura electoral: el propio gobierno debe autorizar los mítines políticos de la oposición.
Además de tener el derecho de autorizar o no los actos electorales en su contra, el dictador de Nicaragua prohíbe el financiamiento a los candidatos que aspiran a enfrentársele, los cuales no pueden haber participado nunca en actos públicos en contra.
Pues sí: esos los amigos de nuestro presidente: entre Chávez y Maduro van dos décadas continuas de gobierno en Venezuela; Evo Morales y Rafael Correa gobernaron 10 años seguidos; Ortega lleva 15 años; los Kirchner estuvieron 12 años.
Y el camino empieza por ganar democráticamente el Poder Ejecutivo, y después apoderarse del Legislativo y del Judicial, para, a través de éstos dos, capturar al órgano electoral. Al presidente mexicano sólo le falta tener el órgano electoral.
Después viene el cambio de la Constitución.
Eso dice el librito.