Rubén Cortés.
Este gobierno sabe que ya viene su pelea final contra el INE. Por eso empezó a preparar su ruptura con la OEA. Porque busca desconocer las misiones de observación de la OEA en los procesos electorales de los países miembros. Y México es miembro.
O sea, este gobierno integra a su relación diplomática con el mundo el modo “ya chole…” que usa el presidente para que no lo incordien con la candidatura de Salgado Macedonio. Lo avisó durante la visita del nuevo presidente populista de Bolivia.
Los mandatarios de México y Bolivia firmaron un acuerdo para limitar las misiones electorales de la OEA, al considerarlas “intervenciones del organismo multilateral en la política interna de las naciones”.
Por eso el gobierno mexicano fue (junto a Argentina y Bolivia) el único que apoyó a la dictadura de Venezuela, cuando fue condenada en diciembre en la OEA por organizar elecciones parlamentarias sin organismo electoral autónomo, ni transparencia.
México no votó a favor de la condena, que decía:
“Los comicios organizados por el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro carecieron de libertad, de seguridad y transparencia, de integridad de los votos, de participación de todas las fuerzas políticas y de observación internacional”.
El mensaje es diáfano: el grupo político que gobierna hoy quiere navegar como un barco de bandera negra que no se alinea a las leyes internacionales que le disgustan. Se lo escribió a la OEA:
“Que la organización se ciña a los principios de no intervención, respeto a la autodeterminación”.
Que no se meta, pues.
Es decir, que si se deshace al INE por considerarlo “conservador”, los consejeros defenestrados del INE no pueden recurrir a organismos internacionales que los defiendan, porque esos organismos estarían “interviniendo en México”.
Vamos, igual que se comportan los gobiernos de Venezuela, Cuba, Corea del Norte, Siria, Sudán, Libia…
Sin embargo, el gobierno mexicano ha sido muy transparente en ello. Ahí están sus votaciones públicas en la OEA apoyando el uso del Ejército, por parte de la dictadura de Venezuela para impedir el ingreso de los opositores a la sede del Parlamento.
Y negándose a condenarla por capturar al Consejo Nacional Electoral y designar a testaferros como consejeros: “La ilegal designación de los miembros del Consejo Nacional Electoral y directivas de los partidos políticos”, decía la moción que no condenó.
Y, en la ONU, el gobierno de México también se negó a condenar a la dictadura venezolana por “crímenes de lesa humanidad” cometidos por “el presidente, su número dos y la cúpula militar”. A eso le llama el gobierno mexicano “no intervención”.
Allana el camino para el mundo no pueda condenarlo, por lo que haga aquí.