Negligencia familiar detrás de la muerte de Nicole

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

La niña Nicole Santos, de siete años de edad, vivía con su madre en una localidad del Municipio de Tizayuca, Estado de Hidalgo. El 02 de marzo salió a jugar en bicicleta, sin supervisión adulta alguna. Insistamos en esto: sin supervisión adulta alguna. Ya no volvió a su casa y fue hallada muerta el 09 de marzo, flotando en la presa El Manantial.

El dictamen de medicina legal sostiene que Nicole murió por asfixia y ya se ha vinculado a proceso a un vecino de la niña, en calidad de presunto homicida. No se habló de violencia sexual y siguen las pesquisas.

Como era de esperarse, los medios soltaron a galope todo su morbo, sobre todo porque el fatal acontecimiento se dio en el amplio contexto del Día Internacional de la Mujer. Y parte de la sociedad se volcó en diversas manifestaciones de indignación.

Por supuesto que llovieron los reclamos hacia las autoridades públicas: que si no actuaron con prontitud tras darse a conocer la ausencia de la nena, que si no están actuando con diligencia en la investigación ministerial, que si el examen de medicina forense está encubriendo una supuesta violencia sexual, que si no han atrapado a todos los involucrados, etc. Reclamos que caen en tierra fértil dados los bajos estándares de eficacia que manchan, de forma permanente, el prestigio de las autoridades.

Pero faltó poner el dedo en una llaga: la negligencia de la familia de Nicole. Eso que genéricamente queda enmarcado en el delito de omisión de cuidado.

Perdón pero ¿qué persona adulta medianamente responsable y sensata permite que una niña salga a jugar a la calle sin supervisión, sin vigilancia? ¿En qué cabeza cabe algo así?

¿Dónde estaba la madre de Nicole? ¿Dónde estaba el padre de Nicole? ¿Dónde estaban los adultos de la familia de Nicole?

Lo he dicho en varias ocasiones y lo vuelvo a decir: buena parte de la violencia hacia las niñas la posibilitan familiares irresponsables e insensatos. ¿Creen ustedes que, así, puede bajar la violencia hacia las mujeres? ¿Cuántos hogares omisos e irresponsables, como el de Nicole, habrá en todo México?

Del delincuente no se puede esperar ningún espíritu compasivo, obvio: dejaría de ser delincuente. El delincuente está ahí para hacer daño… ¡y si las familias le facilitan las cosas, mejor para él!

Pierde todo sentido hablar de “la seguridad que merecen las niñas y las mujeres” cuando dejan de observarse, incluso dentro de las familias, hasta las medidas más elementales de la prevención del delito. Esta negligencia tiene un costo muy alto.

 

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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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