Alejandro Zapata Perogordo.
Han arrancado las campañas en condiciones atípicas y con tiempos recortados, el eslogan, las canciones, los spots y espectaculares, dan cuenta del ingenio y creatividad de los mercadólogos, promocionan a quienes los contrataron como un producto al alcance del consumidor, ante la limitante de que puedan conocer al candidato dadas las circunstancias, razón por la cual es indispensable echar mano de los medios de comunicación masiva.
Si bien es cierto, que la renovación de la Cámara de Diputados es un aspecto que reviste la mayor importancia, también lo es que, al grueso del electorado en términos generales, no le despierta mayor interés, consideran a los legisladores personas lejanas e indiferentes, en cambio, saber y conocer quiénes son los candidatos a gobernador del Estado o a presidente municipal del Ayuntamiento, si les llama la atención.
Por ese motivo los estrategas organizan una campaña marco, sobre todo en aquellas entidades en que se elige gobernador, donde las demás giran alrededor de ésta, encargada de producir votos para los candidatos, especialmente a quienes aspiran a una curul, estableciendo las líneas a seguir en busca del sufragio.
En sí mismas, las campañas tienen múltiples vertientes: conocer, diagnosticar, escuchar y proponer, entre otras muchas, sin embargo, en esta ocasión se ven limitadas, la contingencia sanitaria obliga a la innovación, la creatividad y el ingenio, pues las reuniones multitudinarias o los foros temáticos son francamente riesgosos y, por lo tanto, ese tipo de eventos serán reducidos y sustituidos por la tecnología.
También llama la atención el informe de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno de la República, Rosa Icela Rodríguez, quien señala que a la fecha van más de sesenta homicidios vinculados con las campañas políticas, sosteniendo que la participación de los carteles criminales es evidente.
La cooptación, imposición o complicidad de candidatos por la delincuencia organizada es un factor que viene a alterar las condiciones de por sí complejas en las contiendas, su nivel de operación, estructura, comportamiento violento y los recursos con que cuentan, son elementos que inciden y provocan un alto grado de vulnerabilidad democrática tanto en candidatos como en electores, en este rubro el gobierno federal es quien tiene la palabra.
El desafío para los contendientes consiste en motivar a una ciudadanía desanimada, la apatía ronda al interior del electorado, la gente está cansada y se resiste a participar, de persistir esa postura, a los partidos políticos solo les queda ir por el voto duro a través de su estructura, situación que los ubica en un escenario de perder-perder.
Ante ese panorama, no podemos ni debemos permanecer estáticos dejando que el destino nos atropelle, sabedores de que el proceso electoral va más allá de las instituciones políticas, aunque se reconoce que éstas y los candidatos son los principales protagonistas, no obstante, resulta esencial promover en paralelo campañas de concientización ante la inminente necesidad de participación ciudadana.
