Señora Sheinbaum: para las protestas, utilice tanquetas de agua a presión

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, sigue metida en el laberinto del 8M: sigue sin poder explicar, de forma convincente, la actuación de los cuerpos de policía de la Ciudad de México. ¿Se arrojó o no se arrojó gas lacrimógeno al final de la manifestación del 8M, durante el zafarrancho que hubo frente al Palacio Nacional? Ella dice que “no”, pero algunos testimonios apuntan a que “sí”.

Claudia Sheinbaum incluso ha llegado a decir que, si llegó a haber gases lacrimógenos, no fue por iniciativa de la policía capitalina. Quizá las propias manifestantes o algunos infiltrados malosos llevaron algunas bombitas y las arrojaron, sólo para desprestigiar a las uniformadas de la “Cuarta Transtornación Mental”.

Hay tanta mala fe de ambos lados (gobierno morenista y feministas vandálicas), que cualquier cosa puede ser posible. Recordemos que el victimismo es deporte nacional y que el gobierno de la 4T “no reprime al pueblo bueno”. En estos tiempos de la “honestidad republicana”, de la “pureza gubernamental”, la verdad es que la política sigue siendo tan puerca, asquerosa y pestilente como antes: todo cambia, pero todo sigue siendo la misma cosa.

Emanados de esa izquierda comunistoide de los 60s y 70s del siglo XX, los actuales gobiernos de MORENA no saben qué diablos hacer con ese principio fundamental del Estado Moderno: el monopolio del uso legítimo de la fuerza. El Estado puede utilizar la fuerza de forma legítima cuando personas o grupos sociales atentan contra el orden social o contra los derechos de los demás. Sin duda un principio polémico y frágil en los Estados democráticos y, por eso, todo gobierno debe actuar siempre con mucha cautela cuando aplique la fuerza contra alguien.

En el caso de las delincuentes feministas, la aplicación de la fuerza está clara; sólo han de observarse con mucho rigor los principios de proporcionalidad (fuerza de respuesta según la fuerza de agresión) y de letalidad (muerte del agresor sólo en caso extremo, en observancia de la legítima defensa).

Pero a Sheinbaum le cuesta mucho trabajo comprender todo esto, sobre todo porque su jefe político, Andrés Manuel López Obrador, sigue insistiendo en que su gobierno nunca reprimirá al “pueblo bueno” (tan “bueno” que puede delinquir y vandalizar todo lo que guste).

Pero ojalá que la Jefa de Gobierno recapacite y al menos adquiera y aplique, para próximas manifestaciones, tanquetas de agua a presión, que son sumamente efectivas para dispersar manifestaciones violentas, con un grado de letalidad “cero”. El agua que expelen esas tanquetas sirve, además, para prevenir y apagar los incendios derivados de la utilización de material combustible (p.e. gasolina) por parte de los manifestantes.

Ya sabemos que a muchas feministas les encanta rociar con gasolina a mujeres policías para después prenderles fuego, porque seguro piensan que se trata de mujeres “traidoras” a la causa, de mujeres “patriarcalizadas”, de mujeres sin “conciencia de género”, de mujeres “cómplices del heteropatriarcado” o de mujeres “con machismo introyectado”. Conocemos muy bien sus dogmas.

Ya sabemos que las únicas mujeres que cuentan para las feministas son las que se someten a sus dogmas, a sus ritos y a sus proceso inquisitoriales. Las demás mujeres son prescindibles: de las mujeres pro-vida a las mujeres policías hay un amplio abanico de mujeres que no son tomadas en consideración por la mitología feminista.

¿Pero qué podemos esperar de la feminista Claudia Sheinbaum? ¿Que siga desprotegiendo a las mujeres policías para dejar que las delincuentes feministas las sigan haciendo pedazos? ¿O se atreverá a proteger un poco más a las mujeres policías ganándose, todavía más, la enemistad de las delincuentes feministas?

¡Gran dilema el que pesa sobre los hombros de Claudia Sheinbaum, la actual gobernante feminista (y comunista) de la Ciudad de México!

Claudia Sheinbaum debe elegir con qué grupo de mujeres quiere quedar mal. Y que no se asombre ante este dilema: hasta el cansancio hemos afirmado y demostrado que eso del feminismo siempre termina en callejones sin salida.

Yo le seguiré recomendando a la Jefa de Gobierno (la asesoría es gratis) que adquiera y utilice tanquetas de agua a presión contra manifestantes vándalos, sean mujeres o varones, sea cual sea la causa de protesta.

Insistamos: una tanqueta de agua a presión es un vehículo-máquina que sirve para dispersar manifestantes violentos de forma no-letal y que, además, sirve para prevenir y controlar incendios pequeños.

No hay que tenerles miedo a los avances democráticos en materia de seguridad pública. Las tanquetas de agua a presión son cosa común y corriente en muchas naciones desarrolladas.

Así que, ojalá, la señora Claudia Sheinbaum le ordene a su Jefe de Policía, Omar García Harfuch, que abra el catálogo de vehículos antidisturbios y comience a comprar tanquetas de agua a presión.

La seguridad de la Ciudad de México no puede seguir anclada al trauma del 68.

 

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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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