¿Cuáles son las “razones” de un violador?

Los agresores sexuales presentan distorsiones cognitivas, es decir, pensamientos erróneos presentes en la sociedad

“Cuando se piensa en un violador, uno se imagina a un individuo anómalo y psicópata, sin embargo son personas dentro de la sociedad”, dijo Ana Celia Chapa Romero, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM. Entonces ¿cuál es la razón para que alguien sea un agresor sexual?

De acuerdo con la académica universitaria no existen estudios concluyentes sobre la personalidad de un violador, sin embargo, no se ha encontrado algún trastorno de personalidad o psicosis significativa en las personas que tienen este tipo de conducta. 

Lo que se ha detectado es que estos individuos tienen conductas adictivas, como es el consumo de alcohol o drogas, además de padecer baja autoestima y poco control en sus impulsos.

Un estudio llevado a cabo por el investigador Marshall plantea que este tipo de conductas sexuales se relacionan con factores socioculturales e historias de vida de cada persona, explicó la académica universitaria.

Identificó que se da en contextos donde existe un mayor machismo y devaluación del papel de la mujer. “Al conjuntar esos factores legitiman de alguna manera este tipo de conductas y constantemente las refuerzan”.

De hecho, se trata de una construcción de la masculinidad hegemónica y el control que pueda tener sobre las mujeres. “En ese sentido la violación sería un acto de moralización”. En el violador, añadió Chapa Romero, irrumpen muchos valores y creencias que están presentes en la sociedad sobre quién es una mujer que puede ser violada.

Surge la creencia de que las mujeres están para satisfacer las necesidades de los hombres. En algunos casos, para ellos  hay dos tipos de mujeres: las  malas y buenas.

Las primeras merecen ser castigadas porque son libres y son capaces de tomar decisiones. Así, se construye la fantasía de poderlas controlar y el abuso sexual es una forma de hacerlo. El violador siente placer, es decir, su cerebro produce dopamina. No obstante, siente más placer al recordar el acto, que el acto mismo, porque todo le salió cómo lo tenía planeado.

Distorsiones cognitivas 

En este contexto, los agresores sexuales presentan distorsiones cognitivas, pensamientos erróneos que están presentes dentro de la sociedad. Por ejemplo, exponen que cuando una mujer dice “no”, en realidad dice que sí, o ella lo pedía; llevaba una falda muy corta, ella se ofreció, me sonrió, es una “puta” y ha tenido varias parejas sexuales, se estaba insinuando.

Esta ideología es un pretexto para que el violador no sienta culpa de sus actos ni empatía hacia su víctima, porque justifica sus acciones, enfatizó Celia Chapa. “Devalúan a la mujer para no otorgarle una categoría de humanidad”.

Esos pensamientos permanecen en toda la sociedad. Por ejemplo, cuando una mujer acude a denunciar las autoridades la cuestionan: ¿por qué ibas sola?, ¿dónde estaba tu novio?, ¿estabas bajo los efectos del alcohol? Culpan a la víctima más que al agresor. No se castiga al violador, las sanciones son mínimas y por esto es que es más fácil que existan los abusadores sexuales. Si no hay castigo, es más fácil que estos sucesos se repitan en varias ocasiones.

¿Puede haber un cambio?

Para la especialista en el tema, una transformación podría ser viable si se empieza por los niños y niñas. “Debemos plantarles habilidades emocionales y fomentar relaciones más equitativas”.

Agregó que el sistema de procuración de justicia debe ser más amigable, es decir, que hayan menos obstáculos.

La masculinidad no depende del control que un hombre pueda ejercer sobre otra persona, concluyó Ana Celia Chapa.

 

UNAM Global

 

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