Ciudad de México: muchos kilos de cocaína, pocos gramos de cerebro

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Ayer, martes 09 de febrero, el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, anunció el decomiso de 62 kilos de cocaína en un inmueble de la Colonia Narvarte, en la Alcaldía Benito Juárez.

Y hace una semana, se nos informó del decomiso de otros 800 kilos de cocaína durante un cateo en la Alcaldía Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.

Aumentan las noticias sobre drogas y aumentan los kilos decomisados, pero también aumenta la oligofrenia de las autoridades, así como la pusilanimidad de la gente.

Las drogas siempre han estado entre nosotros y siempre lo estarán. Se trata de esas sustancias que muchísimas personas consumen por los efectos placenteros que les generan, pese a los riesgos que existen para su salud.

Desde el café, el alcohol y el tabaco hasta la mariguana, la cocaína y el fentanilo. La gente consume drogas porque la monotonía de la existencia cotidiana a veces resulta demasiado pesada. Las drogas ayudan a evadir o a suavizar las cargas de la vida.

Pero lo más jodido del fenómeno de las drogas no es que existan, ni que se mueven todos los días por todos lados. Lo más jodido es la respuesta idiota del gobierno y de la sociedad frente a este fenómeno.

Estúpidamente, nuestro país se obstina en la política prohibitivo-punitiva con respecto a las drogas. A los políticos y a los ciudadanos de escasas luces intelectuales, que son la mayoría, se les complica comprender que la mejor política pública en materia de drogas es la total legalización de las mismas, bajo la guía de la filosofía liberal.

Los seres humanos deben asumirse como seres libres, racionales y responsables. Ésta es la esencia del liberalismo. Que cada quien tome sus decisiones y que cada quien asuma las consecuencias de las mismas, sean buenas o malas, sean benéficas o nocivas. Cada quien su vida.

Pero debemos dejar de gastar, cada año, miles de millones de pesos en una guerra idiota perdida de antemano: la “guerra contra las drogas”. Y debemos permitir que las drogas se produzcan, distribuyan, vendan y consuman con la insuperable lógica del libre mercado.

La individualización de los costos y de las ganancias debe ser la máxima inmarchitable; y, por supuesto, se debe establecer una edad mínima de consumo libre, informado y voluntario, a objeto de proteger a los infantes y a los adolescentes.

Y, por supuesto, no debemos de permitir que políticos y burócratas idiotas decidan por nosotros lo que sólo a nosotros nos corresponde. Así de fácil, así de sencillo.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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