Marissa Rivera.
Miles de historias. Unas más trágicas que otras, pero todas con el mismo final. Familias que vieron como sus seres queridos perdieron la batalla contra el covid.
Más de 135 mil muertos que dejaron consigo desazón, coraje e impotencia.
La Ciudad de México es una de las más golpeadas por la pandemia en el mundo. No solo por el número de muertos y contagios, sino por la afectación en su economía, la irresponsabilidad de unos y la falta de autoridad de otros.
Las dramáticas escenas persisten. Familiares imploran atención a sus enfermos en hospitales saturados. En crematorios hay lista de espera para incineraciones. La producción de ataúdes se ha complicado. Y las actas de defunción escasean.
Cada noche, las autoridades informan que en la Ciudad de México aún hay camas con ventilador para atender a pacientes graves. Pero no dicen dónde. ¿Por qué? Porque ya no hay lugares disponibles. Encontrar espacio es casi cercano a un milagro, aseguran familiares de contagiados.
Al 90 por ciento de hospitalaria que refiere la autoridad sanitaria, le sigue el colapso, si los ingresos no bajan en los próximos días.
El panorama es triste, por donde se le vea.
Los empresarios de pequeños negocios no esenciales que aún sobreviven, están al borde de la quiebra. Los restauranteros exigen a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum que les permita abrir, de lo contrario cerrarán para siempre por la crisis económica que enfrentan. Vivir o morir.
Pero ella les ha respondido que es justo en los restaurantes, lugares cerrados, donde ocurre un mayor número de contagios.
Será por eso que vendedores ambulantes, o puestos de tortas, garnachas o tacos, por ejemplo, si pueden vender. Ellos están al aire libre, pero no pagan impuestos, renta, luz, ni salarios. Y a ellos acude gente sin sana distancia ni cubreboca.
Para ellos no hay restricciones, pero para los comercios que incluso ofrecen todas las medidas sanitarias a sus comensales, a ellos sí. ¿Dónde ocurrirán más contagios?
El ruido de la rebelión de la cacerola tuvo buen impacto ante el gobierno capitalino. Por supervivencia ignoraron a la autoridad y abrieron sus puertas al público. Se ganaron un apercibimiento, pero también lograron visibilidad.
Tanto, que este miércoles se reunirán con las autoridades, para buscar ser considerados como actividad esencial. Y si lo logran, seguro llegarán otras demandas de empresarios que buscarán abrir sus negocios no esenciales durante el semáforo rojo. Los gimnasios, por ejemplo, durante la pandemia más de mil 800 han cerrado.
Una encuesta que realizó la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México, reveló que en 2020 habrían cerrado más de 37 mil negocios en la capital.
No sencillo para la Jefa de Gobierno, enfrentar presiones de la ciudadanía, de los empresarios, de los partidos de oposición y las más difíciles, las de Palacio Nacional.
Y como si fuera parte de un guion trágico, un incendio provocó el cierre de seis líneas del principal transporte público en la Ciudad: el Metro. Siniestro que generó caos en la movilidad de los capitalinos.
No cabe duda que le llueve sobre mojado a la CDMX. En tiempos de pandemia y días de máximos contagios, la saturación en el transporte público representa un riesgo extremo de contagio. Mientras no se reestablezca en su totalidad el servicio del Metro no hay otra opción más que trasladarse en autobuses abarrotados y hacer largas horas de espera.
Pero no salimos de una cuando ya estamos en otra. Ayer se registraron dos nuevos incidentes en el Sistema de Transporte Colectivo Metro. Un tren en la línea “A” que va de Pantitlán a La Paz, se descarriló, sin provocar daños. Mientras que la estación Auditorio de la línea 7 fue evacuada porque comenzó a salir humo. ¿Coincidencia? ¿Falta de mantenimiento?
Un coctel indeseable está ocurriendo en la Ciudad.
Son tiempos difíciles para México. El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste que estamos saliendo de la pandemia. Pero datos de su administración lo desmienten. Ayer se rompió el record de fallecimientos en el país, mil 314 en 24 horas.
No solo los hospitales en la Ciudad de México están saturados, prácticamente todo el país esta en la misma situación. Secuelas de las reuniones de Navidad, Año Nuevo y Reyes.
La estrategia del “mejor epidemiólogo del mundo” Hugo López Gatell para enfrentar la pandemia ha fallado. Lo dicen en voz alta quienes saben del tema, pero Palacio Nacional ni los ven ni los oyen.