Falta el INE y… se entra en dictadura

Rubén Cortés.

El gobierno mexicano se negó el 27 de junio a la condenar la dictadura de Venezuela en la OEA por usurpar las funciones de la Comisión Nacional Electoral, porque es lo que hará aquí después de desaparecer los institutos autónomos, como anunció el presidente.

La inminente desaparición de los institutos Federal de Telecomunicaciones y Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales es el penúltimo paso para la entrada de México en un sistema dictatorial.

Sabiendo que dictadura es cuando un gobernante tiene control absoluto del país, con fachada de Congreso, Corte, Órgano Electoral, prensa supervisada, algunos partidos opositores. Tiranía es cuando cancela todo lo anterior.

El último paso será tras elecciones intermedias, cuando le vaya encima al INE, al que el presidente perdonó la vida de momento, gracias a que negó el registro a México Libre, el partido que había armado del expresidente Felipe Calderón.

“Imagínense los comentarios ¿Cómo iba el INE a otorgar el registro del partido? se acaba el INE, si de por sí están totalmente desacreditados”, festejó el mandatario, luego de que el INE cambió las reglas de juego a última hora para cerrar el paso a México Libre.

Por eso este gobierno ha sido cuidadoso de no condenar en la OEA y la ONU acciones de la dictadura de Venezuela que tiene pensado implementar en México, y así no sentar un precedente que pueda ser usado luego en su contra.

En diciembre votó a favor del gobierno de Venezuela, cuando la OEA aprobó una resolución de rechazo a las elecciones parlamentarias fraudulentas que consolidaron al país como dictadura.

Aunque para qué vamos a jugar con las palabras: si aquí el presidente ha podido desaparecer en dos años 14 instancias públicas, 109 fideicomisos del Estado y va por un centenar de organismos autónomos, es porque lo han dejado.

Oposición, gobernadores, instituciones, la mayoría de los medios, las organizaciones de la sociedad civil, aceptaron que el país sea dirigido por una sola persona: sus ausencias propiciaron que el presidente cope todos los espacios.

El creciente poder hegemónico del presidente demuestra que las instituciones no se cuidaban solas, necesitaban del apoyo de los ciudadanos y de quienes cobraron en ellas a lo largo de 20 años de democracia.

Se podrá decir que el presidente desprecia las instituciones, pero la verdad es que al presidente le ha sido otorgado mucho del poder autoritario que detenta sin que tuviera que pedirlo: se lo dieron todo desde antes que ganara las elecciones.

La verdad es que en México no caben excusas, porque todos nos olvidamos de algo básico para la cosa pública:

Que son las instituciones las que nos ayudan a conservar la decencia.

 

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