Rubén Cortés.
El ofrecimiento de asilo político a Assange, un enemigo internacional de Washington, no es un distractor: en realidad el presidente optó por la ruta del enfrentamiento a Estados Unidos para la etapa que sigue de su gobierno que es tratar de reelegirse.
Un presidente como el actual de México, que no tiene ideología y por tanto no tiene que regirse una moral, una ética políticas; que no tiene más plan de gobierno que mantenerse en el poder, no dejará de comerse el platillo populista de “enfrentarse al imperio”.
Fidel Castro, el maestro de todos estos políticos que hacen cualquier cosa para mantenerse en el poder, puso por escrito antes de morir que el actual presidente mexicano se enfrentaría a Estados Unidos cuando llegara al poder.
“Andrés Manuel López Obrador es la persona de más autoridad moral y política de México cuando el sistema se derrumbe y, con él, el imperio”, escribió Fidel Castro 11 de marzo de 2014 en el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
Y el presidente mexicano considera a Fidel Castro “un luchador social y político de grandes dimensiones, porque supo conducir a su pueblo y alcanzar la auténtica, la verdadera independencia, una nación libre, independiente y soberana”.
Pero para luego, cuando aparezcan los engañados, los pícaros, los acomodados, los disidentes, hay que saber a conciencia a que le llama el presidente de México “la auténtica, la verdadera independencia, una nación libre, independiente y soberana”.
Le llama así a Cuba, donde gobierna el mismo grupo de familiares y amigos desde hace 62 años, sólo hay un partido y un periódico que es de ese partido, está prohibida la propiedad privada, la libertad de expresión, la compra y venta de carne de res. A eso le llama así.
No se enfrentó a Estados Unidos antes porque llegó a un entendimiento con Trump en cuanto éste le pidió que le persiguiera y contuviera a los migrantes centroamericanos, a cambio de que a Trump le importara un bledo lo que él hiciera y deshiciera aquí.
Y tampoco es que Biden vaya a meterse gran cosa en lo que él haga y deshaga aquí, pero al menos exigirá cumplimientos en asuntos bilaterales que no hizo Trump, como democracia, derechos humanos, sindicatos, medio ambiente.
Quizá a la nueva administración estadounidense no gustará que en México sea modificada la Constitución para crear una Venezuela en su frontera sur, aunque para enfrentarlo, el presidente ya cuece para sus clientelas el atractivo mendrugo del “Yankees go home”.
Enardecer con propaganda mañana, tarde y noche a las mayorías a quienes regala dinero y despensas. Porque él se parece más a Fidel Castro que a Chávez.
Que es lo mismo, pero no es igual.