Francisco Garfias.
Estamos en el peor momento del Covid-19. El sistema de salud está rebasado, agotado, bloqueado. No se da abasto. A este ritmo, los pacientes que se pongan graves no tendrán a donde los reciban, coinciden los especialistas.
El número de camas con respirador disponibles ha disminuido a niveles alarmantes, sobre todo en la Ciudad de México.
La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, no logra esconder su angustia. La cosa está tan grave, que tuvo que admitir que estamos al límite.
La capital superó el número de hospitalizaciones que se tuvieron el pasado 22 de mayo –considerado como el pico más alto de la pandemia– con cuatro mil 573 camas ocupadas de enfermos de covid.
Un inventario sobre las camas y ventiladores en unidades del IMSS en la CDMX y el EDOMEX da una idea de la situación; no hay disponibilidad en 19 de 25 hospitales; en seis van de una a cuatro.
Conforme se acercan las fiestas decembrinas –posadas, nochebuena, comida de navidad, vacaciones–, aumenta la preocupación.
El presidente pidió al “pueblo” que se guarde los próximos 10 días. Sólo 10 días.
“El 24 se acostumbra a pasar la noche en familia y estos días es cuando hay más tráfico, cuando sale más la gente, las compras…”, dijo en la mañanera.
Pero López Obrador se muestra reacio a imponer medidas restrictivas, como el uso obligatorio de cubrebocas, limitar la actividad, o declarar toque de queda en las zonas mas afectadas. “Prohibido prohibir”, repite.
¿No le hace que estén en juego la vida de un sinúmero de mexicanos? Es pregunta.
Los expertos del Grupo Eurasia, con sede en varias ciudades del mundo, hacen notar que la 4T ha depositado todas sus esperanzas en la campaña de vacunación.
“México está bien posicionado para obtener vacunas, pero su implementación podría ser un desafío”, advierte en su reporte de ayer.
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El nerviosismo de Claudia se viene expresando desde el fin de semana. No es para menos. La CDMX es el epicentro de la pandemia. Ella tampoco se anima a poner el semáforo en rojo.
Le preguntaron sobre el mensaje del ex secretario de Salud, Salomón Chertorivsky, que incluye su propuesta para corregir el rumbo de la pandemia.
Respondió con una grosera descalificación: “Probablemente sea el mensaje de un vendedor de seguros… Es el inventor del Seguro Popular”.
Chertorivsky replicó ayer: “No soy vendedor de seguros, pero reconozco que es una profesión honesta. Muchas mujeres y hombres así se ganan la vida”.
Y dio la cachetada con guante blanco.
“Efectivamente, me tocó implementar el Seguro Popular, logrando que 53 y medio millones de mexicanas y mexicanos que antes no tenían financiamiento para su salud la tuvieran y nunca faltaron los medicamentos oncológicos para niñas y niños. Hoy ya sabemos lo que pasó”.
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Sensible baja la de Martha Bárcena, la primera mujer embajadora de México en Estados Unidos.
Intempestivamente anunció que en unos meses se jubila, tras 43 años de servicio.
“En consulta con el presidente López Obrador he tomado la decisión de jubilarme de manera anticipada. Nadie más intervino, ni tuvo opinión ni influencia sobre esta decisión personal”, aseguró en twitter.
La aclaración parece vinculada a las versiones que corren de que las diferencias con el canciller Marcelo Ebrard originaron la jubilación anticipada.
En los corrillos diplomáticos nos comentan la abierta animadversión de Agustín Gutiérrez Canet, esposo de Bárcena, hacia el canciller. “Es un rechazo sistemático, personal, constante…”, aseveran.
La salida de la embajadora se concluirá en los próximos meses, entretanto seguirá al frente de la embajada.
El Colegio Electoral ya ratificó oficialmente el triunfo de Joe Biden. Al cierre de esta columna no había noticias ninguna llamada de López Obrador al presidente electo de Estados Unidos.
El mandatario mexicano es uno de lo poquísimos jefes de estado en el mundo –si no es que el único—que no le ha llamado a Biden para felicitarlo. Dijo que lo haría cuando se oficializara su triunfo.
¿Y luego?
En una charla virtual, organizada por el Instituto Baker de la Universidad de Rice, le preguntaron a la embajadora Bárcena si ayer, con el reconocimiento del Colegio electoral a Biden, era el “día correcto” para que López Obrador levante el teléfono y felicite al señor Biden.
–Esa ha sido mi recomendación. Siempre dije, durante la campaña y ahora, que no debería haber dudas sobre la integridad y la fortaleza de las instituciones estadounidenses —respondió.
FIN.