Francisco Garfias.
Es un axioma que el manejo de las finanzas públicas constituye la zona más truculenta de la Cuarta Transformación. La opacidad es la divisa. La pandemia es la justificación.
Por ningún lado aparece el manejo transparente de los recursos públicos que se prometió en campaña.
Va un dato que nos regala una investigación de Mexicanos Unidos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), que no deja lugar a dudas:
En lo que va del 2020, el 79.8 por ciento de los contratos del gobierno han sido dados por adjudicación directa. “Vamos rumbo al récord de la década”, asegura la citada organización.
De los 102 mil 102 contratos que actualmente forman parte de la base de datos oficiales, 95 mil 887 han sido entregados por esta vía.
En septiembre, esta cifra se encontraba en 79.3 por ciento. Esto es medio punto porcentual por debajo de la actual medición.
A recordar que en la Comparecencia de Eréndira Sandoval ante los diputados, en octubre pasado, la titular de la Función Pública llegó a con un rosario de justificaciones.
En esa ocasión dijo:
“En el tema de las adjudicaciones directas, no me canso de insistir en que debemos tomar en cuenta el contexto que enfrentamos… Las adjudicaciones directas, en primer lugar, están fundadas en la Ley.
“En segundo lugar están fundamentadas moralmente por las necesidades de la pandemia, Y en tercer lugar derivan de la autorización que hizo el Consejo de Salubridad Central”.
A diferencia de lo que muchos creen, las adjudicaciones directas no son pequeñas. Apunta el reporte: En el 2020 se han entregado 165 mil millones de pesos, el 42 por ciento de los recursos que el gobierno ha contratado.
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Los millonarios contratos de Felipa Obrador con Pemex son ejemplo de esa opacidad. El presidente dice que la empresa que dirige el agrónomo Octavio Romero, su amigo, “no sabía o fue omisa” de lo que hacía su prima hermana.
Difícil de creer si nos atenemos a declaraciones del propio López Obrador en las que afirma que todos los “negocios jugosos” que se hacen en este país con empresas públicas son del conocimiento del presidente de la República.
En épocas de Vicente Fox se sacó adelante la Ley de Transparencia para que el ciudadano pudiera ver las cuentas públicas del gobierno federal.
Hoy tenemos un Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) que, según López Obrador, es un “florero” que nos cuesta anualmente mil millones de pesos.
El presidente dice que “esos organismos se crearon en sexenios pasados sólo para simular que el gobierno se preocupaba de que no hubiera corrupción”.
Suena a anunció de que el INAI –y otros organismos autónomos– podrían desaparecer en un futuro no muy lejano.
Con eso de que hay que ahorrar para mantener los programas socio-clientelares de régimen y las obras de infraestructura del gobierno…
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Humberto Morgan Colón es ejemplo vivo del alcance de la cultura del esfuerzo. Viene de muy abajo. Su cuna fueron las barrancas y cuevas de lo que hoy es la alcaldía Álvaro Obregón.
En su adolescencia fue uno de los líderes de los llamados “Panchitos”, una banda muy temida que –a inicios de los ochentas– eran jefes en Observatorio, Tacubaya y Santa Fe.
Hoy, a sus 55 años, aspira a gobernar la alcaldía de Álvaro Obregón. Quiere ser el “candidato del cambio”. El PVEM ya le ofreció postularlo, nos dice.
Morgan está convencido de que se abrió la veta.
“La gente está muy molesta con Morena por el gobierno de frivolidad que hizo Layda Sansores”, nos dice.
Por el lado de la alianza PAN-PRI-PRD está la mano del impresentable ex cacique obregonense, Leonel Luna, quien quiere dejar a Polimnia Romana.
FIN.