Raúl Flores Martínez.
Hace unos días en este espacio escribí sobre la sicaria del Cártel de Jalisco Nueva Generación, conocida como la “Cholita”, un escrito que levantó polémica entre las mujeres que algunas de ellas, hicieron la diferencia entre víctimas y delincuentes, una diferencia que se acaba, cuando esa delincuente se vuelve víctima al ser ejecutada de la manera más fría y perversa que pueda tener el ser humano.
Jóvenes como la “Cholita”, son parte de una nueva generación de jefes regionales del crimen organizado que no sobrepasan los 23 años, lo que genera una ola de violencia más cruenta.
Según cálculos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las diferentes organizaciones delictivas en México podrían contar con 30 mil menores de 18 años, que son utilizados para cometer delitos que van desde la extorsión, la Trata de Personas, secuestro, sicariato, piratería, trasiego de droga, robo en sus distintas modalidades.
Reportes de la Guardia Nacional, la SEIDO, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social y la CNDH, indican que los nuevos jefes regionales cada vez son más jóvenes, y saben que su ciclo de vida no rebasaba los tres años; es decir, que su ciclo de vida termina antes de los 30 años.
Algunas organizaciones no gubernamentales, como Semáforo Delictivo, han dado a conocer a través de sus análisis basados en la recolección de datos oficiales que, en los últimos 12 años, los enfrentamientos entre cárteles han dejado un saldo de 122 mil 206 muertes, la mayoría de jóvenes, sin especificar edades.
Las cifras siguen, en México 38.3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad conviven diariamente con las organizaciones criminales que los utilizan como informantes, vigilancia, logística y sicariato.
Diariamente 7 menores de edad desaparecen por diversas circunstancias, la mayoría el llamado Diamante del Crimen Organizado zona centro del país que lo componen Nezahualcóyotl, Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Ixtapaluca, Chimalhuacán, Ecatepec.
La tendencia de homicidios de niñas, niños y jóvenes ha crecido del 2015 a la fecha de pasar de 2 homicidios diarios a 3.6, muertes que en su mayoría no son aclaradas, la mayoría víctimas del crimen organizado.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el país viven 38.3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad, 11.4 millones tiene cinco años o menos y 13.2 millones tienen entre 6 y 11 años, algunos sólo criados por madres solas o abuelos que los ponen en calidad de grupo vulnerable.
Esto se debe a que aún no tienen bien desarrollada la capacidad de decidir, lo que los hace sumamente vulnerables ante las tentaciones o amenazas que utilizan los grupos delictivos que ante la falta de un apego o figura de autoridad son convertidos en asesinos a sangre fría.
La “Cholita”, al igual que Edgar Jiménez Lugo, denominado “Niño Sicario” conocido como “El Ponchis” del Cártel del Pacífico Sur detenido en 2010, son solo dos ejemplos del caldo de cultivo que tiene el crimen organizado en México, algo que no está dentro del interés de la Cuarta Transformación.