Rubén Cortés.
El populismo que propugna del presidente será insostenible sin un programa de expropiaciones. Lo advirtió en la campaña su ideólogo Taibo (“chinguen su madre, exprópialos”) y ya lo intenta hacer ley su partido, para expropiar terrenos de particulares.
Morena cuenta con una propuesta legislativa para reformar el artículo 27 constitucional, que rige la propiedad de las tierras, para que el gobierno fraccione y expropie los terreros que excedan los límites de 100 hectáreas de riego o humedad por persona.
La iniciativa de Morena coincidió, ayer, con la renuncia del empresario Alfonso Romo como enlace del gobierno con los empresarios, y quien por años se dedicó a conseguirle tiempo a los afanes estatistas del presidente, engañándole a la antes fuerte IP.
Lo cierto es que, hasta ahora, este gobierno fue original en no asustar etiquetando como socialista al sistema que construye en el país para sustituir al sistema capitalista que recibió, con una clase media de unos 50 millones de personas.
Chávez nombró a este sistema en Venezuela Socialismo del Siglo 21; Correa, Socialismo del Buen Vivir, en Ecuador; Evo Morales, Movimiento al Socialismo, en Bolivia. En México, aunque sigue el mismo camino, el presidente se abstiene aún de roturarlo.
Sin embargo, para la autollamada Cuarta Transformación son inherentes el acotamiento de la propiedad privada, el control de la planta productiva y el manejo de los medios de comunicación para sacar adelante su idea de país gobernado por un solo hombre.
Como será inherente también el futuro próximo de México como país, tal como lo pronosticó el diario Financial Times: “La terrible catástrofe humanitaria de Venezuela es una clara advertencia de lo que en 2024 podría ser México”.
Lo adelantó el comisario Taibo de la Cuarta en 2018:
“Recibe una comisión de altos hombres de las finanzas mexicanas. Ahí están Slim, ahí está la dueña de las cervecerías Modelo para decirle: ‘No, no, cuidado Andrés, porque si avanzan ustedes en ese sentido nos llevamos las fábricas a Costa Rica’. Si ese mismo día, a esa misma hora, no estamos dos o tres millones de mexicanos en la calle diciendo: si te quieren chantajear, Andrés, exprópialos. Chinguen su madre. ¡Exprópialos! ¿Sí? La presión a la que puede ser sometido un caudillo, por más radical, competente y honesto que sea, es tremenda, necesita la presencia del movimiento social detrás, que impulse hacia el cambio”.
Y, ya el segundo año de gobierno, con seis de cada 10 mexicanos aprobando la gestión presidencial, van por las tierras que excedan los límites de 100 hectáreas por persona. Y después irán por las empresas en quiebra o “abandonadas” para dárselas “al pueblo”.
Con un argumento: “Si los privados no pueden, que las tome la gente”.
Impecable argumento.