Rubén Cortés.
Es natural que México sea el peor lugar en el manejo de la pandemia, según encuesta mundial de Bloomberg, si tras ocho meses de confinamiento, su presidente se rehúsa aún a usar cubrebocas, porque no sabe si éste funciona ante el Covid-19.
Si el propio presidente cuestiona a la ciencia en la pandemia más letal de la humanidad en 103 años, qué se puede esperar en un país donde, según el Inegi, los ciudadanos gastan 500 pesos en libros al año, mientras al mes gastan tres mil en alcohol y cigarros.
O que en el más reciente informe PISA, nuestros niños no aprobaron un solo examen de ciencias, lectura ni matemáticas; y la rectoría de la educación pública está en manos de la CNTE, al serle entregada la asignación de las plazas de los maestros.
La CNTE, un grupo vandálico de maestros que no dan clases para dedicarse a la insurgencia urbana y que el 18 de agosto, “en horario revolucionario de las 7:00 AM” su “Asamblea revolucionaria” determinó “desconocer la existencia del COVID-19”.
Es lógico entonces que, de acuerdo con la base de datos de Universidad de Johns Hopkins, México registre la letalidad global más alta por Covid, con 9.8 muertes por cada 100 casos confirmados de la enfermedad, seguido de Irán (5.4) e Italia (3.8).
Esto se corresponde con la visión de Estado de rechazo a las conclusiones de la ciencia que tiene el presidente mexicano hacia la pandemia desde el mes de marzo, en especial acerca del cubrebocas.
Es cierto que los expertos tienen todavía una comprensión limitada sobre las maneras en las que se propaga el Covid-19, pero al menos una conclusión científica ya es aceptada por irrebatible: usar cubrebocas fuera de casa.
Porque el cubrebocas nos protege de los microbios de las otras personas y a éstas de los microbios nuestros. Por eso es que, mientras más personas lleven cubrebocas en público, más seguras estarán todas las personas. Es muy sencillo.
También son impecables medidas para ayudar a reducir los riesgos propios (y proteger a los demás), la distancia entre las personas, el tiempo de contacto (si alguien recibe gotas de saliva) y no tocarse la cara en público.
Una revisión rápida a las declaraciones y comportamiento del Jefe del Ejecutivo mexicano, demuestra que éste va en contra de todo lo recomendado por los científicos hasta ahora:
“No es algo terrible, fatal, ni siquiera es equivalente a la influenza”
“Hay que abrazarse, no pasa nada”
“Contra el virus usen estampas religiosas”
“Se protegen más quienes no mienten, no roban y no traicionan”
“Se protegen más quienes comen maíz”
Entonces se entiende que en México hayan muerto más de 100 mil personas por Covid-19.