Alejandro Zapata.
En poco tiempo nos cambiaron las condiciones, nunca siquiera llegamos a pensar o a imaginar que nos enfrentaríamos a tantos problemas reunidos al mismo tiempo, ninguna de las agendas llegó a contemplar un escenario de esta naturaleza, por lo que se ha tenido que improvisar con magros resultados.
La lógica nos indica que en momentos de adversidad la unidad y suma de esfuerzos permiten paliar el temporal, máxime que seguimos conservando el valor de la solidaridad, sin embargo, a pesar de que el sentido común nos empuja a jalar la cuerda para el mismo lado, los mensajes de odio fragmentan a la sociedad haciendo cada vez más compleja la situación.
Se avecinan campañas electorales lo que trae consigo todo un proceso de confrontación y seguramente ahondará aún más la división repercutiendo en esquemas de descalificación y alentando los rencores, partiendo al país en bandos, la experiencia de los vecinos del norte es palpable.
Por otra parte, es palpable que la agenda oficial tiene sus ojos puestos en mantener un control absoluto del poder, dejando atrás la promesa de una reconciliación nacional, de hecho, sus actos se encaminan a concentrar todo tipo de decisiones, actuando de manera atropellada e intolerante se manejan ciegamente para conseguir el objetivo.
Ante esa realidad y los presagios que amenazan la continuidad de seguir padeciendo la adversidad, la reacción opositora comienza a explorar caminos aliancistas, la rivalidad histórica entre algunos partidos empieza a desvanecerse ante el panorama de retornar al partido de Estado, con el consecuente riesgo de un mandamás caprichoso.
Ahora bien, el punto es verdaderamente absurdo si únicamente es visto desde el ángulo de evitar la concentración del poder, ya que desde esa perspectiva se ubicarían las cosas en el ámbito de una lucha por la distribución de éste, es decir, que le toca a cada parte, lo que, desde luego, reflejaría una pobreza política sin altura de miras.
Cabe mencionar que cada región del país es diferente, también su historia y agravios forman su propia realidad, en ese orden, difícilmente se podría hablar de acuerdos nacionales; por otro lado, la construcción de una agenda nacional común es esencial, ¿porqué, para qué y cómo?, sin caer en la tentación de descalificar a todo y a todos, ya que uno de los principales objetivos debe tener como eje central la unidad de los mexicanos, veamos al electo Presidente norteamericano Biden, que hace un llamado a la identidad nacional.
También van a contar quienes sean candidatos, pues el perfil de esas personas va a cobrar mucha relevancia, esencialmente en cuanto a su honestidad, congruencia, liderazgo y compromiso, atributos fáciles de decir, lamentablemente hay sorpresas, esa responsabilidad será con cargo a los partidos.
Se dice que el próximo año tendrá similitudes con el 2020, que difícilmente habrá una mejoría en los rubros importantes, las proyecciones indican que seguiremos padeciendo dificultades, por eso es importante construir una propuesta política realista, posible y que se concrete a los principales problemas del país, que de la polarización actual transitemos a un México de certidumbre, con rumbo y destino, que ante la adversidad podamos ver las cosas con optimismo.