“Sí por México”: alianza amplia de partidos-sociedad, alternativa a AMLO

Isaías Villa González

Isaías Villa González*.

El martes 10 de noviembre la iniciativa Sí por México dio un paso adelante, cuando públicamente 3 partidos políticos nacionales, PRI, PAN, PRD, y más de 400 organizaciones de la sociedad civil refrendaron públicamente sus intenciones de crear un polo plural de participación político electoral en 2021.

El próximo año se elegirán 500 Diputados Federales (300 MR, 200RP), 15 Gobernadores, 29 Congresos Locales (excepto Coahuila, Quintana Roo y Tamaulipas) y casi 2 000 Ayuntamientos. Sin duda, las elecciones más complejas de la historia nacional, por su dimensión, pero sobre todo por las intenciones de AMLO de consolidar en ellas su proyecto depredador.

A casi dos años de gobierno, AMLO ha confirmado su naturaleza autoritaria, populista, polarizadora y excluyente; su tendencia autocrática, que atropella a los poderes Legislativo y Judicial, órganos autónomo, Estados y Municipios, y  desprecia y combate a la sociedad civil organizada; y su irresponsabilidad e ineficiencia para gobernar, expresada en recesión económica, altos índices de violencia, pandemia agudizada, entre otros temas críticos.

Ante ello, es necesario construir una alternativa que reencauce la vida democrática, y proponga al país soluciones viables a los flagelos que sufre la población. Y ello implica, antes que nada, cambiar la correlación de fuerzas políticas en el país; construir el contrapeso que permita contrastar democráticamente, mediante una sana reflexión y debate, el proyecto de Nación mexicana del siglo XXI.

La narrativa polarizadora de AMLO busca alinear en dos bandos al país, y hacer de la elección un proceso plebiscitario: buenos y malos, liberales y conservadores; quien está a favor de la cuarta transformación y quien se le opone.

Frente a ello, la iniciativa Sí por México debe dar versión propia, dejar en claro  que:

  1. Está por la construcción de una nueva etapa para el país, que supere el estancamiento económico, la pobreza, la inseguridad, las enfermedades, la exclusión y todo tipo de discriminaciones. Que rechaza todo regreso al pasado, el de la presidencia imperial y el partido de estado, de los abusos, la corrupción y la desigualdad.
  2. Es una fuerza plural -como plural es la sociedad-, que busca sumar a partir de las coincidencias. Que busca ofrecer respuestas a los problemas de la gente, más que una propuesta ideológica; una plataforma básica de puntos en común, señalados por las propias prioridades de la gente: reactivación económica, empleo e ingresos; combate al crimen y a la impunidad; transparencia; vigencia de derechos humanos y de libertades; Estado democrático de derecho; reivindicación de la ciencia y la educación; defensa del medio ambiente.
  3. El debate con AMLO (quien ha decidido no ser presidente de todos, sino cabecilla de su facción) y sus personeros, ya no es sobre formulaciones generales y vagas, publicitarias; sino sobre las políticas públicas, las acciones reales y concretas del gobierno y sus resultados. La discusión pública no debe ser más sobre temas pantalla, descalificaciones y culpas al pasado, que pontifica el presidente desde el púlpito de sus conferencias mañaneras; sino sobre las determinaciones del gobierno y sus consecuencias; los beneficios o perjuicios que prodiga a la población.
  4. Es fundamental elevar el debate público. La virulencia con que discurre –sobre todo en las redes sociales- no es sana, pues fractura y polariza al país de forma peligrosa. La dimensión de los problemas nacionales requiere que, tras un cierto debate en los espacios ciudadanos y de representación pública, se sumen esfuerzos para solucionarlos. Por ello, se ha de insistir ante los ciudadanos, sectores y grupos de la sociedad, aun los que ahora simpatizan con la autodenominada 4T, en un análisis objetivo y sereno, una apertura racional sobre las diversas propuestas.

Por supuesto no debe haber ingenuidad; ni espacio para titubeos o para cálculos de intereses menores. Las pulsiones autocráticas de López Obrador perfilan unas elecciones de Estado, en donde quiere imponerse a toda costa. Ha buscado minar al INE y controlar al TEPJF; usa sin rubor la gigantesca estructura territorial de los llamados servidores de la nación (varios de sus Delegados Federales ya son precandidatos); maneja clientelar y ahora electoralmente los programas públicos y los miles de millones del presupuesto federal.

El reto es tener la capacidad de convocar a la ciudadanía libre, que es una inmensa mayoría. Aclarar propósitos de cara a la sociedad, sumar con generosidad, seleccionar candidaturas atractivas (muchas de estricto perfil ciudadano), tener la plataforma y el talento para saber comunicar que si se puede impulsar los cambios, en democracia y respeto a la pluralidad.

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