Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Ya casi no hay pretextos que invocar para que el gobierno mexicano defina públicamente sus compromisos. Muchos países de Europa y Canadá también socio de Estados Unidos, se adelantaron al saber las primeras noticias y reconocer en Joe Biden, al triunfador de las elecciones de la semana pasada.
El canadiense se las cobra a Trump, que tuvo expresiones agresivas en su estilo rudo hacia su persona, Pero Rusia, China, Brasil y México se vieron cautos y hasta ayer no se pronunciaban.
Muchos en el caso de México lo ven inoportuno porque estiman se puede producir una andanada de represalias contra el país, e ilusamente creen que, apresurando el besamanos se pueden detener las tan comentadas represalias, que por cierto ninguna de esas suposiciones se maneja suficientemente razonada.
Contra el Tratado que es de primera importancia, la única acción avisada con Trump o con Biden, es la de revisar cada vez ejerciendo mayor presión, las condiciones de los trabajadores mexicanos que, de acuerdo con los intereses de los demócratas a nivel de la cámara de representantes, no deben ser tan dispares comparativamente hablando con las condiciones de los trabajadores sindicalizados en Estados Unidos, que siguen siendo una fuerza corporativa del Partido Demócrata.
El Congreso independientemente de quien sea el presidente y tengan o no mayoría, los demócratas como hace años la tienen, seguirán esa política que está muy lejos lamentablemente de convertirse en realidad. Nuestros trabajadores no gozan de los salarios y prestaciones de la Unión Americana, si los tuvieran, no habría tratado sencillamente porque, sobre todo, es en el recurso humano donde se les vuelve cara la producción para los vecinos.
Los asuntos de control de drogas y seguridad son similares; ellos quieren acciones más contundentes como México quisiera que descendiera el consumo allá, y hasta acá; en ese efecto espejo que tanto daña. De todas maneras, las ofensivas del aparato de inteligencia en la materia no tienen visos de detenerse por causas de los resultados electorales. Van a apretar más. Punto.
En lo de migración hay algo distinto, y no son las acciones, sino los discursos; Trump consiguió poner una barrera en México, en los estados fronterizos con Centroamérica. El objetivo era desalentar a la gente que intentaba pasar sin reglas desde una distancia considerable; y esta política ha empujado al gobierno mexicano a cambiar la recurrencia de una pasividad tradicional en el tema. Obama hablaba mucho de las bondades de la migración, pero sus deportaciones alcanzaron deportaciones históricas. En otras palabras, en migración aunque se escuche diferente, las cosas seguirán las misma lógica: impedir que los pobres de la tierra abarroten a Estados Unidos.
Tal vez Biden incremente la migración de gente que proviene de países musulmanes como parte de los acuerdos militares y de inteligencia, adquiridos durante el gobierno de Obama, cuando operaban Estados Unidos y potencias islámicas sunitas radicales en la misma sintonía, contra otras potencias islamistas de diferente signo como los chiítas.
El hecho es que el Estado Islámico está en condiciones de debilidad estructural, como para ser parte sustancial de las agresiones de Obama contra Siria. El autonombrado califa de ese adefesio político, Abu Bakr al- Baghadadi, fue eliminado cuando las tropas estadounidenses dejaron de proteger su agresividad potencial y criminal, dejaron de operar bajo el supuesto de destronar conjuntamente al dictador sirio Bashar al-Ásad.
También es difícil que Estados Unidos cambie su política con Irán, porque lo que se avanzó en los últimos años es irreversible. Básicamente es la consideración a ese país es de enemigo, como en realidad lo es.
Con China si Biden intenta cambiar, cometerá un error grave, no puede reconectar sin altos riesgos para el destino de Estados Unidos. Se verá forzado a abandonar esa escalada de beneficios que los Bush, los Clinton y Obama, cedieron para mantener cierta afinidad para cercar a Rusia.
Por lo mismo, reactivar la enemistad cerrada con Rusia sería una decisión política y militarme adversa. Estaría tentado Biden, a intervenir en Ucrania, tal vez por eso la piensa Putin para reconocerlo. En el caso de China, me imagino que esperan no enemistarse mucho más con Trump.
Son muchos los escenarios que la gente al votar no toma en cuenta. Por eso hay que irse con tiento. Tal vez, si los votantes analizaran los riesgos más allá de Estados Unidos, los resultados serían menos dirigidos a centrarse en la imagen de los contendientes. El ejemplo de esos conflictos latentes es con Turquía, que es una pieza clave en la OTAN que ha dejado de confiar en Estados Unidos desde Obama, cuando todo indicaba que un líder religioso sería impulsado por la Clinton, para sustituirlo.
En lo que concierne a América latina, se va a quedar sin proyecto. A nadie le interesaría su reinserción, así de claro.
Lo que resulte de este asunto electoral va a tomar un tiempo, Rudy Giuliani el hombre detrás de muchas operaciones estratégicas ya dio la cara para encabezar la demanda de anulación de los votos irregulares. El exalcalde de New York, no es ningún iluso, al contrario, es un político pragmático, que corre riesgos, sí; pero siempre con una estrategia de fondo. Así que, esperar, no es algo insólito.