Ah-Muán Iruegas.
Para Elena Natividad Chávez
Unas horas después de que los medios informaran que Joseph Biden había logrado el número de votos del Colegio Electoral de su país, necesarios para ser presidente de los Estados Unidos, AMLO hizo su entrada triunfal al campo de las torpezas diplomáticas, ante el nuevo líder de ese país.
El señor presidente declaró en Tabasco, en una reunión donde hablaba sobre las recientes inundaciones en ese Estado, que va a esperar hasta que terminen los litigios de Trump… antes de felicitar al nuevo mandatario.
Lo anterior es un innecesario gesto de rudeza e incluso de torpeza, que se compara con el cúmulo de felicitaciones que Biden recibió de un nutrido equipo de líderes mundiales, de los cinco continentes. Por ejemplo de Canadá, Alemania, Francia, España, China, Japón, casi toda América Latina y un largo etcétera. Incluso Afganistán ya mandó desde los confines del mundo, sus felicitaciones al presidente Biden.
AMLO ya estaba en la “lista negra” de líderes que apoyaron al “finado” Donald Trump. Le ofrendó a Trump la política migratoria de nuestro país y poner a 26 mil efectivos de la Guardia Nacional “mexicana” al servicio de los Estados Unidos, para agredir en nuestra frontera sur a los migrantes centroamericanos para que estos no ingresen, por la frontera norte, a los Estados Unidos.
No conforme con eso, AMLO asistió hace unos meses a Washington, con Trump ya calentando los motores de su fallida campaña presidencial, para aplaudir de modo desvergonzado a un violador masivo de derechos humanos como Donald Trump, en los jardines de la Casa Blanca. ¿Dónde quedaron sus principios? ¿Dónde quedaron sus ideales mientras aplaudía al principal racista de Washington?
Gestos igual de bochornosos los cometieron algunos líderes centroamericanos durante la guerra fría, quienes cuando llegaban a Washington, besaban la bandera de los Estados Unidos en un arranque de zalamería.
La falta de tacto del señor presidente es notable. No le costaba absolutamente nada decir un par de felicitaciones al presidente electo. Máxime que cuando Biden vino a México hace unos años, en su calidad de Vicepresidente, tuvo la gentileza de reunirse con AMLO y recibir una carta de su parte.
Pero AMLO sufre no solo de amnesia al respecto, sino también de una suerte de “temor reverencial” por Trump. Acaso el temor al aún presidente en funciones Donald Trump, sea lo que le hizo evitar dar una simple felicitación al nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Nadie hubiera notado que el presidente de México felicitó por mera cortesía a Biden, como lo hizo por ejemplo el señor Narendra Modi, primer ministro de la India, o el líder filipino Duterte.
Pero si el señor presidente quiere destacar en la diplomacia internacional, debe aprender cuándo hablar y cuándo cerrar el pico. No importa lo que sienta, ni lo que sea o no sea su pecho. El señor está allí para defender los intereses de México, no para platicarnos lo que siente ni para leernos la buenaventura. Y si está en el interés nacional de México tener una buena relación con los Estados Unidos, lo único que tiene que hacer el presidente mexicano es enviar una simple felicitación a su par estadounidense.
Si usted, amable lector, va a una fiesta de cumpleaños, lo más sencillo del mundo es decirle “!Feliz cumpleaños!” al festejado. Pero si usted se pone a buscar pretextos para no felicitar al anfitrión, aunque nadie le va a disparar una escopeta por ello, sí será algo que la familia acaso nunca olvide.
Lo mismo ocurre con México. Nadie nos va a invadir por no felicitar a Biden. Aunque la falta de la más elemental cortesía, sí puede recordarle a Don Joseph que en México hay “alguien” que no lo estima.
Pero al señor presidente de México, se le enredaron los cables y comenzó a hacer aclaraciones que no vienen al caso.
Dijo el señor presidente, en una remembranza durante su conferencia en Tabasco, que cuando las elecciones de 2006 en México, algunos como el presidente español Rodríguez Zapatero se adelantaron al felicitar a Felipe Calderón por su victoria. Asunto que, por cierto, no tiene nada que ver con las relaciones México-Estados Unidos.
Pero en aquel momento, AMLO era el candidato que no triunfó, mientras que hoy es el presidente en funciones y está al frente de los intereses de México (se supone). Y los intereses nacionales no se defienden al recordar momentos ríspidos que no vienen a cuento.
En conclusión, AMLO se dio a notar… pero por las razones equivocadas. Si el señor presidente se pone a hacer aclaraciones o a contar recuerdos que no vienen al caso, está comenzando su relación con el nuevo presidente de los Estados Unidos, con el pie izquierdo.