¿Cambios en seguridad?

Alejandro Zapata. 

El anuncio sobre la salida de Alfonso Durazo de la Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, para buscar la gubernatura sonorense, viene acompañada de una expectativa, pues en principio cabe la posibilidad de hacer cambios no solo de personas, sino también en la estrategia en materia de seguridad pública, ya que, es uno de los grandes problemas que azotan al país, las promesas para combatir el crimen con mayor eficacia fueron sepultadas junto con miles de muertos.

Es uno de los temas donde la administración sale debiendo, pues sin hacer a un lado el hecho de   que atravesamos por la peor crisis que se tenga conocimiento, la ola delincuencial con todos sus efectos continua en su apogeo, lo que en otras latitudes puede ser considerado como delitos aislados de alto impacto social, aquí ocurren decenas de ellos a diario sin mayor repercusión, crímenes atroces frente a autoridades rebasadas y ciudadanos impotentes.

Se dijo que con la creación de la Guardia Nacional y caras nuevas el rostro cambiaria, despertaron ilusiones que en poco tiempo se han convertido en pesadillas ante el fracaso para contener y combatir adecuadamente la inseguridad, lejos de ese objetivo, es normal observar inclusive a través de filmaciones tanto en noticieros como en redes sociales la impunidad con que actúan los malosos.

El hecho es que muchas voces advirtieron que de continuar con la estrategia íbamos a llegar a la realidad en que ahora vivimos, sin ser escuchados, se desestimaron sus consejos y ahora estamos pagando las consecuencias de conductas obcecadas, que en su momento rayaron en la soberbia.

No obstante, se presenta una coyuntura, los cambios que se perfilan abren una ventana de oportunidad para corregir las evidentes deficiencias, pues de seguir bajo la misma ruta los augurios son catastróficos, por decir lo menos.

Esta materia no tiene colores, por lo tanto, es completamente su politización es un elemento nocivo, lo fundamental es cerrar filas como eje articulador de cualquier estrategia, echando mano de expertos, gente con experiencia dispuesta a colaborar, que existen y muchos sin esperar recompensa.

El diseño tiene que ajustarse en los tres órdenes de gobierno, obligando a que cada uno haga su parte. Por todos lados hay reuniones, se juntan, llevan a cabo sus diagnósticos, revisan las estadísticas, dan informes sobre los resultados y las acciones implementadas, se ponen de acuerdo en los pasos siguientes y…. La situación empeora.

Una verdad de Perogrullo es que no funciona, el sistema de coordinación presenta debilidades; las políticas de prevención tampoco han sido de utilidad; no existen programas efectivos para la reconstrucción del tejido social; por mencionar algunas de las deficiencias.

Los cambios que ahora se avecinan permiten un corte de caja, un proceso de auscultación que sirve de indicador para conocer el estado sobre la seguridad pública, que para nadie es un secreto la situación deplorable en que se encuentra, sin embargo, posibilita a quien llegue enfrentar el reto de manera integral, dejando atrás las culpas del pasado y tomando el desafío presente con toda la responsabilidad que el encargo requiere.

Se entiende que la función no será sencilla, por lo mismo es además de cumplir con el perfil para el puesto, confeccionar una estrategia que contemple todos los ángulos necesarios a la par de tener voluntad para escuchar, sumar e implementar las acciones con suficiencia tal que permita recuperar la armonía y paz social, superar el estrés colectivo en que estamos sumidos y alcanzar el respeto y confianza hasta ahora pérdidas. 

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