Jorge Miguel Ramírez Pérez.
En el año 2000 se suponía que se inauguraba en México una nueva política al triunfar Vicente Fox en la elección presidencial: se presentaba la oportunidad histórica de construir un paradigma distinto al del nacionalismo revolucionario que estuvo en boga en la mayor parte del siglo XX. Pero no fue así, Fox optó por mantener intacto el sistema, y como excepción, solo mejorar lo que hacía el PRI.
Se perdió la oportunidad de construir un sistema de partidos que reformara la vida política del país a partir del concepto rector de la democracia, que era el modelo a seguir, pero no hubo ni pensadores, ni operadores que tuvieran una idea mas o menos precisa, para implantar una democracia moderna en el país.
Lo que hubo, como señala una publicación reciente, fue una mezcla de intereses de notables improvisados, con fama de intelectuales pero que en su mayoría como sucedió con el grupo 9 y el grupo San Ángel, sin experiencia política suficiente, pero sobre todo sin la práctica del poder y sin contactos con los ciudadanos, que desde entonces ratificaron su calidad de imaginarios.
Los grupos que intermediaron la “transición política” repito, eran notables, pero en los círculos de la frivolidad capitalina, medio emparentados y sin representación mas allá de Polanco o Las Lomas, por lógica, como dice Josep Colomer el estudioso de la transición española, fue como las transiciones por influencia jerárquica o ajena, una democracia planeada arriba, y por lo mismo insuficiente, ineficiente y dolorosa.
El cerebro de la transición mexicana fue Robert Pastor, junto con algunos alumnos en el Colegio de México. El estadounidense había ocupado un cargo en el Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Carter, era un político demócrata, allá, izquierdista, cuyo principal mérito era ser yerno de Robert Mac Namara, el poderos secretario de la Defensa cuando el conflicto en Vietnam. Mac Namara, después, llegó a ser el primer director del Banco Mundial, cuando se transformó del Banco de Reconstrucción y Fomento, que rehabilitó a Europa de los daños de la segunda guerra mundial a la infraestructura; en lo que fue después, hasta hoy, un tipo de secretariado coordinador de los programas sociales en todo el mundo.
La transición solo se esbozó y no se completó porque Pastor se fue a la embajada de Panamá creo.
Por eso siguió el PRI siendo el eje del sistema de partidos, de hecho, sin poder, lo sigue siendo, pero no se dan cuenta. Es decir, no evolucionó la política, para pasar de un partido hegemónico como concepto rector, a un juego de partidos de ciudadanos. Nos quedamos empantanados.
Hoy vemos las consecuencias de la falta de visión de los notables de San Ángel, que lo único que querían era ver al PRI caer. Hasta allí les llegó el proyecto, no dieron para más.
Por eso no es de extrañarse lo que sucede con los partidos políticos en México, que son anacrónicos, no se reformaron ante las nuevas circunstancias, no saben, ni siquiera operar como oposición.
El turno reconstructor sería de Morena, pero tampoco se le ven visos, de estructurarse como partido político en sí mismo, menos tendría el alcance de diseñar un esquema de juego mayor.
Uno de los elementos que lo impiden es la tendencia regresiva históricamente, de darle un sobre juego a los activistas y no a los políticos.
Ese filón decimonónico tiene sus raíces mundiales en la violencia anarquista que victimó entre otros, a Elizabeth (Sissi) la emperatriz de Austria- Hungría, cuñada de Maximiliano de Habsburgo y al archiduque Francisco José en Sarajevo, hecho que fue el detonador de la primera guerra mundial. Pero en realidad esos hechos son los novelescos, los daños de los anarquistas antes, asustaron al mismo padre de las violencias sociales, Marx en 1848, denominó como fantasma al comunismo, eran los anarquistas destruyendo Europa.
Los fascismos conocidos de Hitler y de Mussolini, surgieron de las corrientes socialistas anarquizantes también, que después adoptaron una simbología sectaria y un programa pagano, para dominar mediante la violencia callejera, a sus oponentes distinguiéndose en la crueldad como método para captar seguidores y masas eufóricas. Lenin se inició también como anarquista.
Desde ese viejo anarquismo se usaban como carne de cañón a los estudiantes, en general a los jóvenes como fue en 1848, y todas las algaradas eran integradas por menores en el mundo, en 1968 el modelo alcanzó su cúspide mundial. A más de 150 años de las rebeliones, la impronta anarquista empezó a usar mujeres en las protestas violentas, ahora son las más comunes.
México, que llega tarde a todos las citas con la historia, está en un dilema hoy: el partido gobernante, Morena tiene un corrimiento extremista, dos tendencias en conflicto: por una parte, están los protocomunistas, activistas de la ilusión, que forman en la visión vieja del siglo XX, un socialismo bolivariano-castrista, en un mundo donde ni en África, quieren saber de socialismos que todas partes han fracasado, solo en Latinoamérica, todavía no se enteran. Por eso Porfirio Muñoz Ledo, uno de la generación del medio siglo de la Facultad de Derecho de la UNAM (1950) los dirige.
El otro grupo que se le ha sumado a Mario Delgado, es una izquierda del tipo de George Soros y de Open Society; integrado en la primera línea de combate por activistas feministas violentas y los del orgullo de género, que como decía el filósofo holandés Kuyper desde le siglo XIX: “ ese modernismo no puede descansar hasta que haya convertido a la mujer en hombre y al hombre en mujer, y poniendo toda distinción en un nivel común, mata la vida al ponerla bajo la proscripción de la uniformidad. Un solo tipo tiene que responder por todos, un solo uniforme, una sola posición, y uno y el mismo desarrollo de la vida; y todo lo que vaya más allá y por encima de ello, es considerado como un insulto de la conciencia común”.
Van a la tercera encuesta, seguramente ganará Delgado, el comunismo no tiene fuerza mas allá del romanticismo que lo caracteriza, por ahora la crueldad como método de poder se pospondría. Urge un sistema de partidos en el que los activistas no sean los estrategas.