Rubén Cortés.
Qué tan complicada verá el gobierno la toma que mantienen las feministas de la sede de la CNDH, que mandó de apagafuegos a Ricardo Monreal, el único interlocutor que le queda con la mayoría de quienes discrepan con la autollamada Cuarta Transformación.
La mediadora natural sería la secretaria de Gobernación, pero ésta no cuenta para los grupos feministas desde que, en marzo, dijo que las mujeres víctimas de inseguridad y crimen no están enojadas con el presidente, sino contra el machismo.
Aunque sí están enojadas con el presidente, al menos con sus desplantes, pues durante las grandes movilizaciones de marzo (para protestar porque las matan) las mandó mejor a cuidar a los ancianos en casa porque eso se les da mejor que a los hombres.
Y, ayer, sobre la ocupación de la CNDH enfatizó más en el vandalismo a una pintura de Madero, que en la exigencia de solución a sus casos, de madres y familiares de chicas asesinadas y víctimas de violencia: van dos mil 240 asesinadas desde enero, eh.
Sin embargo, el asunto de la protesta en la CNDH es el resultado de las prácticas autoritarias de este gobierno para imponer sus nombramientos en instituciones, bajo la premisa simple de que se hace porque me la gana, y como legislador me lo resuelves.
Le resulta suficiente considerar algo como correcto para que sea correcto, sin deliberación racional alguna.
Así llegó a la CNDH su titular, Rosario Piedra, contra cuya inoperancia y desidia es la ocupación de sus oficinas, incluido su surtido refrigerador de cortes Ribeye, New York, T-bone, Porterhouse, según videos de las ocupantes.
El reglamento de la propia CNDH (artículo 9º) indicaba que quien aspirase a presidirla no podía haber tenido cargos políticos durante el año previo al nombramiento: y Piedra tenía cargos en Morena, incluso, al momento de ser elegida.
Pero el presidente está convencido de que la CNDH debe ser para alguien afectado por violación de derechos humanos, como ella, que padeció la desaparición de su hermano, un militante comunista que se enfrentó con las armas al gobierno hace 40 años.
El resultado de la imposición lo explica mejor Julián Andrade:
Desde el principio creyeron que la utilidad de la CNDH radicaría en su condena al pasado, y no en su trabajo cotidiano, que consiste, sobre todo, en la atención a los quejosos, en el acompañamiento a las víctimas, durante procesos largos y complicados.
Y el problema es que Piedra no puede acompañar a las víctimas porque casi siempre éstas son afectadas por el poder, y quien presida la CNDH necesita autoridad para enfrentarse al poder. Ah, pero Piedra el del poder: hasta miembro es de Morena ¡Por favor!
Así que Monreal tiene una tarea difícil como mediador.