Raúl Flores Martínez.
Algo está pasando al interior del edificio sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ubicado en la calle de Tacuba en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, cinco familias de víctimas de desaparición, violación entre otros delitos que siguen impunes.
También un grupo de un colectivo feminista que tomó las instalaciones de este organismo y amenaza con quemar todo lo que hay en su interior en una forma de protesta y solidaridad con las familias de las víctimas.
Dos grupos que conviven entre sí, con una diferencia. Los familiares de las víctimas han comenzado a deslindarse del colectivo feminista que vandalizó el interior de este edificio de la CNDH, un organismo que en este espacio siempre hemos señalado su incapacidad para ayudar a las víctimas.
La falta de apoyo obligó a familiares y víctimas a tomar las oficinas y prácticamente cazó a patadas a sus funcionarios que desde la acera de enfrente veían, como volaban sus sillas costosas; además de los cortes de carne, filetes, y alimento de reyes para un organismo autónomo que prefirió sacrificar trabajadores y no al paladar.
Ahora es un hecho que la crisis que sufrió la CNDH con el ingreso de Rosario Piedra Ibarra, que también lo escribimos en este espacio, únicamente como los parásitos, vive del nombre de su señora madre Doña Rosario que ella sí era activista de Derechos Humanos.
Ya salió a relucir el negocio de la CNDH y otras dependencias del gobierno Federal que hacen negocio con los abogados de las supuestas víctimas que terminan siendo sicarios del crimen organizado, ya salió el peine, aun así, piden diálogo.
Quizá estos defensores de Derechos Humanos que trabajan en la CNDH, no saben que cuando se llega al extremo de protestar por la ineficacia del organismo autónomo, es porque sencillamente se fastidian de esperar y dialogar.
Lo cierto, es que una de las burócratas de la CNDH, ya ha tenido algunos roces con las familias de las víctimas y con algunas del colectivo feminista que puede desencadenar en agresiones o en detenciones, lo que llevará a la coladera las demandas de las familias.
No tomó partido sobre la toma del edificio de la CNDH, pero es una idea magnífica que sea utilizado para albergar a las cientos de familias que deambulan de estado en estado en busca de justicia para sus víctimas, que recorren el país buscando a sus desaparecidos y que esas búsquedas han dejado en la calle a cientos de familias.
Mientras esto pasa, el señor Presidente Andrés Manuel López Obrador, se preocupa más por una pintura de Francisco I. Madero que por el dolor de las familias de las víctimas que lo único que están exigiendo es la aplicación de la ley para los victimarios de sus seres queridos.
