Estudio internacional prueba que mastodontes americanos migraban entre norte y sur para adaptarse al clima del continente

Mastodontes

México.- Desde el INAH se enviaron seis muestras, un molar recuperado en los años 60 durante un rescate en el Estado de México contenía restos de ADN antiguo.

Al igual que los seres humanos, los mastodontes americanos llegaron a nuestro continente cruzando el Estrecho de Bering. Y si bien se creía hasta ahora que su flujo migratorio iba únicamente en dirección norte-sur, un nuevo estudio internacional ha probado que, debido a los cambios medioambientales que acompañaron el deshielo de los glaciares continentales, también migraban en sentido inverso.

El dato es resultado del primer estudio genético a gran escala de mastodontes americanos (Mammut americanum), que esta mañana se publicó en la revista Nature Communications, y para el cual se reconstruyó el genoma mitocondrial de restos fosilizados de 33 animales individuales.

Uno de esos individuos fue un mastodonte cuyo molar se rescató, en los años 60, en el pueblo de Xico, Estado de México, por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Joaquín Arroyo Cabrales, coautor del artículo y profesor-investigador de la Subdirección de Laboratorio y Apoyo Académico del instituto, señaló que en diálogo con investigadores de México, Estados Unidos, Canadá y Australia, liderados por Emil Karpinksi, doctorante en el Centro de ADN Antiguo y el Departamento de Biología de la Universidad McMaster, de Canadá, se enviaron muestras para los análisis en laboratorio.

En total se remitieron seis muestras mexicanas, de las cuales solo una ―incluida en el citado conjunto de 33―, perteneciente al mastodonte de Xico, mostró evidencia de ADN antiguo y pudo ser fechada con una antigüedad de 32 mil años.

El doctor Arroyo, encargado de la Colección Paleontológica del INAH, agregó que el molar de Xico fue el único elemento óseo que se recuperó durante la construcción de un pozo; rescate dirigido por el arqueólogo Raúl Arana.

“Por ello es importante que se avise al INAH cada que se encuentre o se sospeche haber encontrado algún resto de megafauna. Las denuncias ciudadanas nos dan la oportunidad de hacer excavaciones controladas y recuperar piezas como este molar, que no obstante se rescató sin mayores datos sobre su contexto, ahora nos permite colaborar con otros colegas y emprender investigaciones de paleoambiente”.

Los mastodontes ―proboscídeos de menor talla que los mamuts pero mayores que los gonfoterios― recorrieron desde Beringia (actualmente Alaska y El Yukón) hasta el actual centro de México e incluso Centroamérica. Desaparecieron hace 11 mil años junto con especies como los tigres dientes de sable y los perezosos terrestres gigantes.

Muchos científicos consideran que su extinción se debió a una combinación de factores: cambio climático, aumento en la competencia por alimento y caza exhaustiva a manos de los seres humanos.

“Estos animales no tenían poblaciones sedentarias, los datos muestran que se movían de manera constante de abajo hacia arriba, en función de si mejoraban las condiciones ambientales al norte y al sur del continente”, comentó Hendrik Poinar, director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad McMaster y coautor del estudio.

Arroyo Cabrales precisó que la migración pudo identificarse desde los 33 fósiles, al reconocer en ellos al menos tres grupos emparentados en su ADN pero separados geográfica y temporalmente, lo que esclareció que los individuos de esos grupos pertenecían a una misma línea migratoria.

Con información de la Secretaría de Cultura

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