Luis Octavio Murat Macías.

Usar los medios de comunicación para difundir noticias falsas son actos condenables, faltos de ética, cobardes y mentirosos que causan infundios, daños morales, penales, y graves difamaciones contra personas físicas y morales.

Personajes políticos, empresarios, periodistas y más, son dañados por la calumnia y los rumores que se difunden en radio, televisión y prensa escrita por aquellos que practican el periodismo corrupto, a sueldo y consigna de otros más poderosos. Célebre aquella frase del presidente, José Lopez Portillo, pronunciada un 7 de junio de 1982, en el marco de la celebración del Día de la Libertad de Prensa: “No les pago para que me peguen”.

En efecto, López Portillo, meses atrás dio la orden de suspender la publicidad gubernamental a la Revista Proceso, dirigida por Julio Scherer. El veto publicitario fue para aplicarse, en todos los niveles de gobierno, cuando el PRI era la maquinaria electoral que ganaba todas las elecciones, por la buena, por la mala o con trampas. La relación histórica prensa-gobierno, a veces es tóxica, destructiva, viciada y más aun cuando las sociedades son dirigidas por gobiernos autoritarios que condenan y obstaculizan la crítica veraz de los medios de comunicación.

Sin embargo, cuando las críticas se convierten en negocio rapaz con publicaciones falsas, sin sustento y mañosamente apoyadas en la sobada frase, “se dice”, “se comenta”, a fin de obtener jugosas prebendas gubernamentales, invitaciones de hoteleros y restauranteros para que comentaristas, columnistas y reporteros destacados y a valores entendidos sean atendidos en las instalaciones sin costo alguno. Este peculiar “intercambio comercial” se opera a cambio de comentar planes, programas y obras de gobierno que el gobernante desea que sean conocidas a nivel nacional, a través de la televisión, prensa escrita y columnas políticas de dudoso prestigio.

Lo anterior es parte de lo que aun prevalece en el periodismo que se ejerce en México y y en todo el mundo, que como terca y resistente enfermedad muta cada vez que son reveladas faltas, errores y cobardes ataques contra la moral de las personas.

Afortunadamente, la sociedad cuenta con medios de comunicación que enriquecen la información diaria con periodistas y medios que hacen honor a su oficio, a su actividad profesional, incluso, arriesgando la vida en su calidad de corresponsales de guerra, de investigación, reporteros que trabajan investigando en zonas letales donde los cárteles de la droga son amos señores, como Guanajuato, Jalisco, Morelos y Guerrero, denunciando el tráfico de drogas, fraudes, estafas, tropelías y abusos del poder autoritario, sean expresidentes o presidente en turno.

De ahí que se sienta ya, el endurecimiento y presiones contra los medios de comunicación y periodistas que ejercen a diario la crítica sustentada en investigaciones confiables, pero que no coinciden con las decisiones y opiniones del Ejecutivo. Es por ello que el diputado local de Morena, Eleazar Rubio Aldarán, propuso incluir la difamación como delito para poder encarcelar a cualquier periodista que difunda noticias falsas. La iniciativa del diputado local, que planea reformar los artículos 214 y 215 del Código penal de CDMX, y aprobar sanciones que irían de dos a cinco años de prisión y una multa de hasta 86 mil pesos.

Cabe decir, que la difamación fue sacada del Código Penal en 2006 y actualmente es considerada como daño moral por la vía civil, pero el diputado considera que no es suficiente castigo para reparar el daño que se pueda causar, por ejemplo acusar al gobernador del Banco de México de ser parte del affaire Lozoya, o denunciar a “México Evalúa” de estar recibiendo financiamiento del exterior para torpedear la construcción del Tren Maya. Esas también son noticias falsas pronunciadas desde la cima el poder. La iniciativa fue turnada a comisiones y publicada en la gaceta Parlamentaria.

Richard R. Fagen, en su libro Política y Comunicación, examina las noticias falsas, la penetración y el poder de los medios de comunicación de masas y la dependencia de la sociedad para obtener información política, que definen un sistema en el que un grupo de personas desempeñan roles claves en la comunicación, controlan un amplio poder para la dirección de la política a corto plazo.

En 1947, Louis Wirth impresionado por la difusión del nazismo en Alemania, advertía que:

“La comunicación de masas […] es el principal armazón de la trama de la vida social […] El hecho de que casi triunfaron [los nazis] y de que el resto del mundo tuvo que pagar a último momento un precio terrible en sangre y riquezas para impedir su dominio sobre el mundo, podría servir de advertencia para quienes reducen al mínimo la importancia de la comunicación de masas y recordarles que vivimos una era en que el control sobre esos medios constituye, acaso, la fuente más importante de poder en el universo social”.*

De manera que a los medios hay que entenderlos como el nervio sensible de las emociones del ser humano, basten los siguientes titulares de El Constitucional, periódico parisino, cuando Napoleón se fugó de la Isla de Elba en 1815 en el llamado Imperio de los Cien Días:

—El sanguinario ogro ha abandonado su guarida.

—El bandido de Córcega está en Francia.

—Bonaparte se encamina a París.

—Napoleón prosigue su avance triunfal.

—Mañana hará su entrada en París el Emperador.

— Su Majestad Imperial ha llegado a la capital de sus Estados.


*Louis Wirth, “Consensus and Mass Communication”. University of Illinois, Press, 1960, pages. 561, 575 y 582.

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