Francisco Garfias.
Una imagen que circuló ayer en redes sociales fue la nota ayer en la Mañanera.
Refleja la dura mirada que el presidente le dirige a Pancho Domínguez, gobernador de Querétaro, mientras se defiende de las acusaciones de recibir sobornos que le hizo Lozoya.
La condena visual que hace AMLO es tan elocuente, que no hubo necesidad de que dijera nada. Fue un “¡Cállate Chachalaca!” en silencio.
Y es que a diferencia de Diego Sinhue o Enrique Alfaro, Domínguez no se amedrentó ante el primer mandatario.
Utilizó su intervención en la Mañanera no solo para defenderse, sino para hacer señalamientos.
Así se la soltó al presidente:
“Hay (en el Lozoyagate) una intención política, no es cuestión legal. Atacan a un gobernador de oposición bien calificado.
“Mienten porque Querétaro no tiene una, una sola observación de la Auditoría Superior de la Federación ni de la Secretaría de la Función Pública Federal, ni una, y es el manejo del dinero público de todos los queretanos.”
A su acusador Emilio “L” –como lo llama la Fiscalía— de “perverso” no lo bajó:
“El señor Emilio Lozoya ha pretendido involucrarme con una bajeza inaudita en actos de corrupción, ha aportado sólo sus dichos que valen lo que su prestigio: nada.”
Ya en la sesión de preguntas, el aguerrido reportero Rodolfo Montes le preguntó al gobernador:
¿Usted considera que desde el gobierno federal se está orquestando una campaña en contra de usted, gobernador?
López Obrador apeló a la urbanidad política y pidió tratar el tema en otra ocasión. ¡Noooo! Replicaron los reporteros. El presidente le preguntó si quería responder, pero Domínguez se mantuvo en lo que había anunciado: no dijo una palabra más.
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Ya que estamos: Emilio Lozoya se ha convertido en aliado imprescindible de la 4T, camino a las elecciones del 2021.
Sus dichos sobre sobornos de Odebrecht (10.5 millones de dólares) recibidos en sexenios anteriores han arrinconado a una oposición que se sabe dañada, pero que no ha podido minimizar el golpe.
El ex director de Pemex ha involucrado a tres ex presidentes (Peña, Calderón, Salinas de Gortari); a dos ex candidatos presidenciales (Ricardo Anaya y José Antonio Meade); a tres ex secretarios de Hacienda (Videgaray, Cordero y González Anaya).
Pero también a tres ex legisladores hoy gobernadores (Pancho Domínguez, Cabeza de Vaca, Miguel Barbosa) y a tres ex senadores (David Penchyna, Jorge Lavalle y Salvador Vega).
Carlos Treviño, ex funcionario de Hacienda, Rafael Caraveo, ex funcionario del Senado, Osiris Hernández, particular de Anaya, y la periodista Lourdes Mendoza, según la declaración que le hizo a la FGR que ayer se filtró íntegra.
Es pertinente aclarar que no aparecen ni Javier Lozano, ni Mariana Gómez del Campo, incluidos en columnas políticas.
Casi todos han negado los señalamientos. No sirve de mucho. Pocos les creen. El “pueblo bueno” ya los condenó. Morena ganó este round.
Ése era el plan. Para eso lo trajeron. El propio AMLO ha declarado que hay que exhibirlos, desprestigiarlos, señalarlos para, dice él, erradicar la corrupción.
El pago por esa “información” es que Lozoya, pivote de la red de corrupción de Odebrecht, no pise la cárcel. El precio para el “testigo colaborador” es llevar la etiqueta de delator toda su vida.
El juicio, ya lo verá, se va a alargar a conveniencia de Morena camino al 21.
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De la Reunión de la Conago con el presidente y todo su gabinete, en SLP, nos queda la denuncia que el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, hizo del subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta.
“Peralta se reunió con los integrantes de una organización criminal denominada La Columna Armada, delincuentes que cuentan con orden de aprehensión por parte de la Fiscalía Local y de la Federal”, aseguró.
Ante la titular de la Segob, Olga Sánchez Cordero, sostuvo también que el gobierno federal “con una mano pide trato de Estado, y con la otra da bofetadas de partido”.
Así andan las relaciones de los gobernadores de la Alianza Federalista con el gobierno federal.
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Derecho de Réplica. La diputada del PVEM Alessandra Rojo de la Vega nos contactó para revirarle a su ex compañera de bancada, Teresa Ramos, quien la acusa de quedarse con sus prerrogativas.
“Es completamente falso. No he recibido ni un peso desde que la señora se fue a Morena. Yo estoy aquí por una representación. Por pesos y centavos que se peleen otros”, nos dijo.
Aseguró que no ha recibido prerrogativas desde que se quedó como la única integrante del PVEM en el Congreso de la CDMX.
Negó ostentarse como coordinadora de un grupo que ya no existe (se necesitan dos para formar bancada). Pero se pregunta: ¿Qué va a pasar con el 4 por ciento que representa el PVEM?
FIN.