Marissa Rivera.
No hay manera de no coincidir con esta frase. Se trata de un acto solidario, de una llamada de atención, de una exigencia de justicia y sobre todo de velar por el interés superior de los niños.
El reclamo llegó ahora de Chiapas. Niños con cáncer están entre la vida y la muerte porque no tienen los medicamentos para continuar con sus tratamientos oncológicos.
Ante el desamparo del gobierno federal, la vida de por lo menos 260 menores está en riesgo.
En el Hospital de Especialidades Pediátricas de Tuxtla Gutiérrez, hay desabasto de los medicamentos que significan la única “esperanza” para ganarle la batalla a la enfermedad.
Empatía es lo que mínimo que piden los familiares al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien argumenta que el abasto y distribución de medicamentos se complicaron por la pandemia de Covid-19. Aunque, está documentado que el desabasto comenzó el año pasado y sí, empeoró con la emergencia sanitaria, pero la falta de interés en este asunto, tiene su historia.
La escasez de los insumos, de los distintos componentes necesarios para el tratamiento del cáncer ha sido una constante. ¿Desdén? ¿Corrupción? ¿Castigo a las farmacéuticas? ¿Subejercicio? ¿Austeridad?
El caso que sea, compromete la vida de los niños, no solo de Chiapas, también en la Ciudad de México, Oaxaca, Baja California, Sonora, Aguascalientes, Guanajuato, vamos, en todo el país.
Distintas entidades han documentado varias muertes de menores por la falta de sus tratamientos oncológicos.
Por lo que resulta una extraordinaria noticia la resolución judicial de un tribunal federal, que se anunció ayer martes y que obliga al secretario de salud a comprar, suministrar y garantizar medicamentos en hospitales públicos para niños con cáncer.
La aceptación de ese amparo brinda protección a los menores y a los padres. Porque el cáncer no tiene piedad y avanza de manera silenciosa mientras los días pasan sin medicamentos ni esperanza.
Los magistrados ordenaron actuar de manera urgente para evitar una afectación irreversible en la salud de los niños.
La organización “Impunidad Cero” ha dado cuenta del sufrimiento de los padres y los problemas de abastecimiento de varios de los fármacos que requieren los menores y que han sido modificados por otros, lo que significa una sentencia de muerte.
Hace dos meses, la Secretaría de Salud federal aseguró a los padres de niños enfermos de cáncer que en abril y junio se realizaron compras de medicamentos para cubrir el abasto hasta finales de año, sin embargo, la escasez de los fármacos continúa en varios hospitales.
El peregrinar de los padres de niños con cáncer ha sido tortuoso. Han marchado, huelgas de hambre, bloqueos, plantones para exigir el abasto y distribución de los medicamentos. ¿Quién no haría lo mismo por un hijo frente a los estragos del cáncer? Pero nada ha sido suficiente para evitar el desabasto.
Son muchos los problemas que aquejan a nuestro país y también existe un sinfín de distractores. Lo justo y humano sería que ni los videos de Lozoya ni el encono en el que vivimos distraigan la atención.
Los niños con cáncer necesitan sus medicamentos para seguir viviendo. Cada año surgen 7 mil 500 casos nuevos de cáncer infantil en México.
No se necesita ser médico para tener un poco de empatía con los menores enfermos de cáncer.
¡CON LOS NIÑOS NO!