Un acuerdo necesario entre el Centro y los Estados

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

La reunión de hoy en San Luis Potosí, de los gobernadores aglutinados en la CONAGO, las siglas de la Conferencia Nacional de Gobernadores sin inserción legal en el andamiaje constitucional mexicano, y López Obrador no adelanta grandes soluciones a viejos problemas de esa relación asimétrica.

El tiempo para aproximarse al problema es poco y no parece que hubieran, los interesados, transitado en acuerdos previamente solventados por las partes, para concluir que una nueva era de relaciones entre los poderes subnacionales y el Centro político inaugurarían un esquema medianamente equilibrado.

Los gobernadores manejan que urgen de recursos y del apoyo del gobierno federal en el tema de salud, sobre todo, pero poco aportan para explicar la urgencia mas allá de lo del Covid, que por cierto en todos los casos ha sido mediocre.

Hace meses cuando desapareció el Seguro Popular los ejecutivos estatales no tuvieron elementos concretos, es decir, números y argumentos racionales, para defender que no se produjera esa decisión. Me parece que entonces las manos de muchos estaban pilladas por la puerta, porque la administración de ese Seguro en cada entidad, no fue ni transparente, ni honesta en términos de gestión. Prefirieron callar a que se hiciera una investigación detallada que no les hubiera ayudado en nada.

Por la otra parte, la central, hasta donde se ve, excluyen en los temas que se van a manejar los recursos federalizados, es decir las aportaciones federales, una enorme bolsa que servía para mantener operaciones económicas en lo local, pero a la vez dinero, que eran objeto de un pillaje exagerado en la colusión de delegados federales y operadores de los gobernadores que se llevaban las ganancias para los bolsillos en una parte importante; y por supuesto, para las campañas políticas electorales. No se puede decir que eran el 100% pero una buena parte no llegaba a su destino propuesto.

El enemigo de los gobernadores era y es Hacienda, la de hoy como la de ayer, que es insaciable para birlarle a todos los órganos centrales y descentralizados el dinero, y presumir al ejecutivo de su habilidad para menoscabar el dinero que de origen obedece a un reparto injusto.

En todo el conflicto que es real, subyace el interés de los gobernadores para manejar electoralmente ventajas que permitan colocar favoritos, en el supuesto que los protejan de los manejos inciertos. Pero el mismo interés tiene López en que no lo puedan hacer.

Los gobernadores no se quejaban de que los presupuestos del 2019 y del 2020, vinieron vacíos. Como nunca cayeron las aportaciones. En 2014 fueron el 8.1% y el año pasado casi -5%, este año casi el -7%.

Pero ahora sí, al salir la mitad de ellos, deben dejar cubiertas las espaldas porque eso de dejar que ganen los contrarios aún pagándoles la campaña es un error, ya ven lo que le pasa a Peña. Con todo y que se juraba y perjuraba que no sería acalambrado ni siquiera.

Así que para los gobernadores ese dinero que les falta es “sangre del corazón” y lo que harán es pedir préstamos de la misma manera que lo hicieron los gobernadores peñistas cuando bajaron los recursos de las aportaciones. Hubo gobernadores como Herrera y Duarte ambos de Veracruz, que los fondos de educación se los llevaron completos al baile; con el pretexto electoral, y para cubrir los faltantes pidieron prestado en la banca usurera, al fin que también, aparte de darle un trozadon al recurso, les dejaba una comisión encubierta en los intereses. Eso hacen todos o casi todos los mandatarios estatales. El de atrás paga.

¿Y en que se gasta tanto aparte de las deudas?

En lo que se ve, que es menos de lo que se evapora a los ojos de los pobladores; en burocracia y más burocracia, sin profesionalismo; en ocurrencias y en circo de todo tipo.

El Centro por el estilo. Siempre quiere dinero, para inventar proyectos sin solvencia ni tasa de retorno; para pagar préstamos mayores que los gobernadores y para solventar oficinas sexenales que se quedan ahí, sin utilidad, sino justificadas por la moda del momento. Antes el dinero escondido en fideicomisos, ahora extraviado a los ojos de los que llevan cuentas. Así como es.

Una cosa hace por primera vez un presidente, al menos López les va a dar la cara. Fox, jamás encaró el problema, siendo que en el 2004 convocó a la Convención Nacional Hacendaria y muchos esperábamos un arreglo federalista menos burdo y abusivo. No fue así, los burócratas dorados de Hacienda continuaron con la filosofía de que se los roben, a que me los robe, ni dudarlo.

Y con todo si hay solución pero se tiene que trabajar. Una grande: un arreglo político mayor que se sustente en una distribución no concurrente de competencias, una redefinición de las materias, una interpretación de la subsidiaridad real, y una escala de prioridades de la vocación económica y social de cada entidad, porque en el desorden de que todos hacen de todo, nadie hace nada; y lo que se hace, no se hace en el lugar, ni en el tiempo apropiado.

Ese sería un nuevo federalismo real y no un esquema de repeticiones que tiene a México sumido en el desorden encajonado donde se debaten sin fluidez, los tres órdenes de gobierno.

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