Rubén Cortés.
Una explicación al control económico de los militares en este gobierno está en que este gobierno es casi el único que vota en la OEA a favor de que los militares repriman a manifestantes pacíficos e impidan elecciones.
También, la esencia del cada vez más duro enfrentamiento de este gobierno al INE está en que es el casi único que vota en la OEA a favor de que no se desarrollen elecciones libres, transparentes, ni vigiladas.
¿Qué sí, está a favor de los militares al poder y de la dictadura, pero en Venezuela? Pues aquí 15 millones creían en 2006 y 2012 que el actual presidente era “un peligro para México”, pero en 2018 pensaron que ya no lo era.
Es que la historia no se repite, pero alecciona. Entonces hay que insistir en que en 2006 obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos; en 2012 fueron 15 millones 848 mil 827 y en 2018 consiguió 30 millones 113 mil 483.
O sea, el actual mandatario tenía en sus dos primeras candidaturas presidenciales un techo de votantes cautivo que rondaba los 15 millones, y sólo pudo ganar cuando se le juntaron otros 15 millones que antes lo rechazaban.
Pero esos nuevos votantes (procedentes de las clases medias, medias altas y altas) son hoy los golpeados por las políticas del gobierno que votaron, porque el gobierno que votaron las considera “antagónica a los pobres”.
Y serían, también, como en Venezuela, a quienes lanzarían el Ejército que antes era considerado “asesino”, pero hoy controla la economía; y les impondrían gobiernos elegidos, si no a mano alzada en plaza pública, sí con un INE oficial.
Porque hoy México es un país donde el Ejército no combate, por orden del gobierno, a los enemigos armados del Estado, conducido por la premisa gubernamental de “abrazos no balazos” y “violencia no se combate con violencia”.
En cambio, el Ejército construye el nuevo aeropuerto, del cual tendrá el control de las casas de cambio donde lavan el dinero los narcotraficantes a los que tiene que dar abrazos y no balazos.
Además de que dirige las aduanas y puertos, a los cuales llegan las drogas de los narcotraficantes a los que no puede combatir. El viejo adagio corruptor de “a mí no me des, a mí ponme donde hay”.
El mismo Ejército al que los 15 millones de nuevos votantes le creyeron, al ganador de las elecciones, que estaba mal que asumiera funciones de policía sin dedicarse más que a la defensa nacional, con los dos gobiernos anteriores.
Al igual que ahora le creen que está a favor de que el Ejército reprima opositores e impidan elecciones en Venezuela. Total, es allá.
No es con nosotros.