José C. Serrano.
El gobierno federal se ha dado a la tarea de difundir una estrategia de alimentación saludable, con la que busca promover y mejorar el bienestar de la población, mediante el acceso a comida de mejor calidad, sana y con una producción que no dañe el medioambiente. La iniciativa hace énfasis en la reducción en el consumo de alimentos industrializados y el fomento de productos frescos y limpios.
Se trata de un esfuerzo interinstitucional en el que participan la Secretaría de Salud (SSA), la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría de Bienestar (SB), la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO).
En los ejes centrales de la estrategia se concibe la alimentación saludable como una tarea de corresponsabilidad entre gobierno, productores y consumidores. Esto se vincula a la expectativa del inicio, en el mes de octubre próximo, del nuevo etiquetado frontal de alimentación con el que se busca que la ciudadanía tome decisiones conscientes e informadas.
Al respecto de la estrategia, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la SSA, el médico epidemiólogo Hugo López-Gatell Ramírez, ha dicho que se fomentará el aprovechamiento de cultivos locales y de temporada, así como la importancia de la lactancia materna y el fomento de hábitos saludables. Además, aseguró que en México “comemos lo que está a la mano, a lo que accedamos con mayor facilidad: los productos industrializados”, factor causante de morbilidades de difíciles y costosos tratamientos.
Hasta aquí, la estrategia del gobierno federal se proyecta como la gran panacea.
Los investigadores del departamento de Producción Agrícola y Animal de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, (UAM-X), Emmanuel González Ortega y Mariela Fuentes Ponce, subrayan que en México, en promedio, 75 por ciento de la población mayor de 20 años padece sobrepeso y obesidad. Más de 8 millones de personas sufren diabetes; 15 millones tienen hipertensión. De la población total, 85 por ciento consume cotidianamente alguna bebida endulzada clasificada como no recomendable.
Ambos académicos consideran que “una dieta de calidad posee cinco características importantes: variedad, diversidad, pertinencia, moderación y balance, e implica el consumo de granos, carne, tubérculos, lácteos, frutas, hortalizas, aceites y azúcares”. Sostienen que la producción de hortalizas (lechuga, pepino, jitomate, frijol, acelga, calabacita, entre otras), es deficitaria respecto a las necesidades de consumo de la población.
González Ortega y Fuentes Ponce ponen al descubierto que “el 95 por ciento de las semillas de hortalizas en México son importadas (jitomate, cebolla, zanahoria, espinaca, pepino) y son propiedad de empresas semilleras trasnacionales”. En México, el desmantelamiento de la Productora Nacional de Semillas (PNS) se inició en 1991 con Carlos Salinas de Gortari, y en 2002, Vicente Fox Quesada le dio otro empellón. Finalmente, el desmantelamiento se concretó con la promulgación de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas de 2007, en el gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
La estrategia de una alimentación saludable requiere de que las universidades y centros de investigación enfoquen sus esfuerzos en la generación de semillas de hortalizas y otros cultivos de polinización abierta, estableciendo un diálogo horizontal y cercano con las comunidades rurales y campesinas del país. De esta manera, los productores podrían romper con la dependencia hacia los compañías semilleras. Suena difícil el reto, pero se puede superar, si los machuchones dejan de lado el discurso facilón y, con determinación, hincan la rodilla en el surco generoso.