Oaxaca.- Diez mil años de historia oaxaqueña se concentran en los gruesos muros de una de las edificaciones más imponentes de todo México, el Ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, de esta ciudad. Este espacio reabrió sus puertas el 24 de julio de 1998, convertido en la sede del Museo de las Culturas de Oaxaca, el cual ha sido fundamental en la revaloración de la identidad de sus pueblos pasados y presentes.
En el marco de su 22 aniversario, y no obstante su cierre temporal debido a la contingencia sanitaria por COVID-19, el recinto aguarda con ánimos renovados a sus fieles visitantes y continúa sus planes de renovación, afirma José Luis Noria Sánchez, director de este museo adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Hace poco más de un año, la Sala III dedicada a los Tesoros de la Tumba 7 de Monte Albán abrió bajo una nueva denominación: “El lugar de los ancestros. Ta’ta ñuu ana’a”, resultado de la renovación de su guion museográfico, el cual incorporó las más recientes interpretaciones científicas sobre el sepulcro y las ofrendas mixtecas depositadas en su interior; tecnologías expositivas de última generación y, sobre todo, un gran trabajo de conservación del conjunto de piezas.
“Al parecer, los mixtecos del periodo Posclásico eligieron este recinto como un santuario subterráneo para el culto a los antepasados. Se consideró un sitio digno y propicio para el depósito de bultos sagrados, envoltorios de manta que agrupaban reliquias de ancestros con efigies de deidades y objetos de gran valor, símbolos de linaje con los que viajaban los mixtecos”, explica el antropólogo.
En el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, impulsada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, y en con el afán de mostrar la conexión de las antiguas civilizaciones con sus herederas, el titular del Museo de las Culturas de Oaxaca dio a conocer que se planea la renovación de las salas contemporáneas 12 y 13, nombradas “La vida comunal indígena” y “Rehaciendo el círculo”.
“Oaxaca es un estado pluricultural donde coexisten 16 grupos etnolingüísticos y dos grupos étnicos, y también es el más biodiverso del país, pues tiene los gradientes altitudinales que permiten contar con paisajes ecológicos muy distintos, desde bosques nublados hasta selva baja caducifolia, con vegetación sin follaje; manglares y costas.
“Estos elementos los vamos a manejar para que se expresen en ambas salas, a lo que sumaríamos el contexto etnográfico actual, la realidad que viven los pueblos de Oaxaca y que comprende aspectos tales como la veneración a imágenes marianas como las vírgenes de la Soledad y la de Juquila; o la migración, por ejemplo, de mixtecos a Baja California y a los estados norteamericanos de California, Florida y Texas. Hablamos de un fenómeno sociocultural, pero también económico de la mayor trascendencia, por la cantidad de remesas que aportan a las comunidades serranas.
“No se trata de hacer un museo etnográfico”, insiste José Luis Noria, pero sí de proporcionar a los públicos información que brinde un panorama de la actualidad oaxaqueña.
Con información de la Secretaría de Cultura