Carlos Arturo Baños Lemoine.
A estas alturas, nos queda claro que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene una pésima idea de lo que es la administración pública, al grado de confundir “austeridad” con “hacer recortes presupuestarios a tontas y a locas”.
También nos queda claro que buena parte de esos recortes se hacen para agrandar la bolsa de los programas limosneros de la “Cuarta Transtornación Mental”: dinero público para “maicear” a la gente (sobre todo a la más necesitada) a objeto de integrar una masa electoral permanente. Compra del voto desde los espacios públicos y con dinero de todos, pues.
Todo eso nos ha quedado claro.
Sin embargo, ha habido recortes que sí debemos aplaudir, como la desaparición de las pensiones de los ex presidentes y como la disminución de los presupuestos para instituciones públicas evidentemente parasitarias (y lo ideal sería que desaparecieran).
Por ello, me agradó la reciente noticia que se ha dado con respecto al inútil y parasitario Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).
Según se informa, ayer (miércoles 15 de julio) la Junta de Gobierno del INMUJERES aprobó una reducción de su presupuesto en 151 millones de pesos (75% de su presupuesto inicial). Esto a través de una reunión virtual en la que estuvo presente la mismísima Secretaria de Gobernación, la feminista Olga Sánchez Cordero.
El recorte se debe, según la versión oficial, a las “medidas de austeridad” que se precisan para obtener recursos extraordinarios a objeto de atender la emergencia sanitaria del COVID-19.
Curiosamente, apenas el pasado martes 14 de julio, en el marco de su conferencia matutina, Isobel Yeung, una periodista del medio Vice, le hizo algunos cuestionamientos a López Obrador en torno a las acciones de su gobierno con respecto a la eliminación de la violencia contra las mujeres, haciendo énfasis en el presupuesto destinado a la “alerta de género”. Aquí sus palabras (traducidas por una acompañante de la periodista Yeung):
¿Por qué hubo este recorte al presupuesto de la alerta de género y más en los Estados donde hay mucha violencia, más en un momento cuando 10 mujeres están siendo asesinadas cada día, y además que hubo un incremento de violencia de género en los últimos meses durante la pandemia?
Y también, reconociendo que menos de cinco por ciento de los casos de feminicidio terminan en una sentencia, ¿por qué su gobierno ha fallado a las mujeres para vivir una vida libre de violencia?, ¿y qué están haciendo para cambiarlo?
Por supuesto, el Presidente negó el recorte y sostuvo que “nunca se había protegido tanto a las mujeres de México como ahora”. Aquí sus palabras:
No estamos abandonando a las mujeres, estamos protegiendo a las mujeres, se está castigando a los que asesinan mujeres, el feminicidio.
No hay disminución del presupuesto, nunca se había protegido tanto a las mujeres de México como ahora. En México no se violan derechos humanos, antes el Estado Mexicano era el principal violador de los derechos humanos, ya no es el México de antes.
Intercambio estéril de palabras, sin duda alguna. Además, ni siquiera se tocó el centro mismo de la cuestión, porque, si se hubiera tocado, se habría llegado a otra conclusión: el dinero público que se ha destinado al tema de “las mujeres”, especialmente el destinado al tema de “la violencia contra las mujeres”, ha sido improductivo casi en su totalidad.
Nos guste o no nos guste, y se enoje quien se enoje, el dinero destinado a esa vieja bandera feminista ha sido una clara y evidente desinversión: cada vez se gasta más dinero para obtener menos resultados o los mismos (que siempre han sido pocos, tirando a nulos).
¿La razón de ello? Sencillo: todas las acciones que han instrumentado los distintos gobiernos federales, estatales y municipales a lo largo de los distintos sexenios, se han basado en la mitología feminista, y como ésta es irracional y anticientífica por naturaleza, nada que se base en ella logrará tener impactos sustantivos en el mundo real. Por tanto, no podemos esperar cambio positivo alguno.
Recuerdo el artículo que escribió la compañera periodista Nancy Flores para la revista Contralínea: “Aumenta desigualdad de género pese a gasto de $177 mil millones” (09 de abril de 2017). Contundente: mucho dinero destinado a la “causa de las mujeres” y pocos o nulos resultados. La realidad, la cruda y dura realidad.
Y no podía ser de otro modo, porque buena parte de ese dinero se ha ido a mantener burocracias obesas, estériles y parasitarias (como las del INMUJERES y todos los institutos homólogos a nivel estatal), y para financiar acciones inútiles que sólo han servido para llenar los bolsillos de personalidades, academias y ONGs feministas:
- Taller de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Curso de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Diplomado de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Posgrado de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Seminario de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Conversatorio de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Programas de radio y TV de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Actualización de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Parlamento de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Periodismo de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Oficina de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Diálogo de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Encuentro de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Revista de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Diagnóstico de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Campaña de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Memoria de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Manual de lo que sea “con perspectiva de género”.
- Antología de lo que sea “con perspectiva de género”.
¡Bah, puras patrañas que han resultado totalmente inútiles!
Los datos duros ahí están: cada vez más dinero para esa causa y cada vez menos resultados (o los mismos de siempre).
Lo único que ha cambiado es la cantidad de dinero en los bolsillos de las feministas: ¡a la alza, por supuesto!
¿Por qué la sociedad mexicana no se da cuenta de algo tan evidente? ¿Por qué esa capacidad de auto-engaño de casi todo el pueblo de México? Tengo ya varios lustros diciendo lo mismo: el feminismo es un buen negocio para las feministas, pero un mal negocio para la sociedad.
Por eso, bien le convendría al Presidente de México y a la sociedad mexicana que desapareciera, de plano, el INMUJERES y toda oficina similar: es dinero tirado a la basura.
O respóndanme ustedes, mis apreciables lectores, ¿qué acciones sustentadas en la mitología feminista al menos han reducido la “violencia contra las mujeres”?
Repasemos un poco: el moñito naranja, el silbato de Mancera, los vagones rositas, las áreas exclusivas, los camiones Atenea, las policías “de género”, los módulos de denuncia, los refugios, las campañas de comunicación, las reformas legislativas ad nauseam, el adoctrinamiento en “nuevas masculinidades”, las oficinas de atención a la “violencia de género”, las fiscalías especializadas, la “alerta de género”, las publicaciones a raudales (que casi nadie lee), los programas especializados de radio y TV, etc.
¿Algo de esto de veras ha funcionado? ¿En serio? Pocos y pobres resultados, si los hay; cuando no, pues la “fabricación de culpables” y la búsqueda de “chivos expiatorios”.
Insisto: la realidad, la cruda y dura realidad. La realidad que casi todo mundo se niega a ver y a aceptar.
Y casi estoy seguro de que el Presidente López Obrador va a revertir el recorte presupuestario al INMUJERES, por puro pragmatismo político.
Y yo debo decir que ni duplicando el presupuesto original de esa y otras instituciones parecidas, se logrará algo positivo.
Y mi pronóstico es duro y nada halagüeño: veremos aumentar aún más la violencia contra las mujeres, incluso con mayores grados de crueldad a manos del crimen organizado y de los psycho killers.
Pero hemos despreciado a la criminología en aras de la mitología feminista. Y ahí están las consecuencias…
Facebook: Carlos Arturo Baños Lemoine
Twitter: @BanosLemoine
YouTube: Carlos Arturo Baños Lemoine
https://banoslemoine.wordpress.com/
Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.