Carlos J. Pérez García.
Hay días en que el sol se tarda más en salir y, bueno, uno tiene que ocuparse… ya sea en leer o pensar un rato, para no dormirse de nuevo. Antier me alteró una sensación de desastre en México y su gobierno, con la creciente polarización de los opositores o los aplaudidores.
La desesperación y el radicalismo tienden a predominar tanto entre los Anti-AMLO como en su gobierno y los numerosos partidarios. A diferencia de muchos, en mi caso de ninguna manera lo odio ni deseo que le vaya mal a él y al país. De hecho, aunque nunca les sirvan, siempre sugiero alternativas y, oigan, mis sentimientos son hoy más de lástima o ternura ante alguien de buenas intenciones y mejores aspiraciones.
No pocos de sus “adversarios” se han convertido en enemigos y se están organizando para derrotarlo o tumbarlo (los llamados golpistas, que no pueden esperar ni descartan un magnicidio). El grupo FRENAA adopta posiciones confundidas de extremismo anticomunista con las que no coincidimos diversos críticos y opositores, además de que se ven desechadas como posiciones ideológicas de ultraderecha.
A su vez, ¿acaso las posibles causales de discapacidad mental o física no ofrecen más sustentos y evidencias? Eso sí, sobran muestras.
Miren, la llamada Cuarta Transformación no nos ofrece algo claro y sólido, aunque los colaboradores del presidente o sus partidarios y periodistas afines tratan de tomarla en serio. Es un eslogan… palabras pegadoras que buscan justificar un cambio de forma, más que de fondo.
Me topé con una curiosidad de hace medio siglo —enero de 1970— cuando habían destapado a Luis Echeverría como candidato del PRI para la elección que lo llevaría a la Presidencia a partir del 1 de diciembre ese año. Un semanario impreso en Monterrey publicó como principal nota de portada: LUIS ECHEVERRÍA… SERÁ EL MESÍAS, y el subtítulo era: EL ‘CUARTO MOVIMIENTO’ DE NUESTRA SINFONÍA HISTÓRICA.
El autor se refiere a “una Magna Revolución Inconclusa que, como una gran sinfonía histórica, lleva escrito en su papel pautado nacional —la Constitución de 1917— un cuarto tiempo, cuyos acordes parecen oírse desde hace unos cuantos días. Con respecto al tercer movimiento de tal sinfonía, es innegable que algunos… han sido superados merced a la acción del tiempo y a la profunda mutación operada en la morfología del país desde 1910”.
Este texto se corta aquí, pero creo que da ya una idea suficiente de que esa ocurrencia de “la 4T” no es tan original sino que ha brotado con anterioridad a fin de generar esperanzas y conseguir votos. Sin embargo, lo raro ahora es que se ha mantenido después de la elección y se utiliza para distraer o generar un sentido de unidad, lealtad y compromiso histórico.
Como otros casos, este juego de palabras involucra fantasía y simulación. Fríamente, se pretende lograr un “gran cambio” al menos en las formas: un portentoso salto en la historia sin una revolución sangrienta.
Mi angustia ante la debacle económica se confirma esta semana con los datos duros de desplomes en el consumo y la inversión fija bruta, así como en la pérdida de 20.2 millones de empleos de tiempo completo en abril y mayo. Sin otras medidas ni inversión privada, nomás no habrá luz al final del túnel.
Fíjense, las palabras han ido contra la realidad y nos alejan de las posibles soluciones a graves problemas, aunque puedan ser de utilidad para generar emociones y esperanzas con una elevada popularidad del presidente populista. La bronca es que, tal como sucede en Venezuela, ni a la larga se evita el fracaso.
* DEL VIAJE PRESIDENCIAL A Washington prefiero no entrar en detalles ni caer en burlas. Si acaso menciono que hace 25 años el TLCAN (neoliberal) fue combatido por AMLO con el mismo vigor que hoy ensalza el TMEC tan neoliberal que le tocó; a la vez, hago mía su idea de que ante Trump es preferible evitar confrontaciones. Exijamos, pues, que eso lo aplique también con los empresarios, que resultan esenciales para la recuperación de la economía mexicana y la lucha contra la creciente pobreza.
@cpgarcieral