Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Estamos entrando a la zona de lucha electoral del 2021 y Morena el partido del presidente, persiste en rumbos de división y de imposiciones. Alfonso Ramírez Cuéllar quien llegó a la dirigencia de manera provisional para poner orden interno, no sale del atolladero, ha querido sacarle la vuelta a la decisión del Tribunal Federal Electoral que ya dictaminó de manera inapelable, que el método para nombrar a la dirigencia de ese partido sea por medio de encuestas y no como Ramírez Cuéllar, ha insistido en una nominación cupular, a través del Consejo, la estructura de notables que preside Bertha Luján, una de las contendientes. Eso huele a dados cargados.
Morena no tiene un padrón confiable, son varios meses que ha incumplido en presentarlo. Tampoco tiene un sistema de credencialización suficiente. Por eso el Tribunal, no tuvo otra alternativa que optar por la consulta a sus militantes o simpatizantes por medio de estudios nemotécnicos, las encuestas, para que se pronuncien quienes tienen identificación con ese partido, en favor de alguno de los cuatro candidatos contendientes.
Una es Yeidckol Polevnsky quien fue desplazada por Ramírez Cuéllar y exhibida en los medios. A través de ellos Ramírez Cuéllar ha deslizado malos manejos financieros del Partido. Una auditoría de la que no se conoce oficialmente un informe preciso, señalaría desaseo en la administración del dinero del Partido. Yeidckol quería la dirigencia nacional porque su periodo en ese cargo fue provisional, al ascender después de que López Obrador dejó la dirigencia para postularse por la presidencia de la República, parece que se mareó. Se esperaba que después de que se habló de mal uso del dinero partidista, Yeidckol fuera defenestrada de Morena, pero de pronto, todo perdió esa impronta y solo ha sido desacreditada.
El que una vez fue favorito para llegar a la jefatura de Morena es otro, Mario Delgado, se le ubicaba como candidato de la unidad; pero perdió impulso y le costaba trabajo acreditar trabajo con la militancia. A Delgado se le identificaba con Marcelo Ebrard. Pero esa cercanía lo que hizo fue dirigir obuses en contra de ambos, y señalar una prematura presencia en el aparato político electoral, de parte de Ebrad, lo que le generaría enemigos mas dispuestos a cortar los amarres con la estructura partidista, muy desorientada.
Pero la que maniobra con todo es Bertha Luján, una contadora que se ha obsesionado con la presidencia de Morena, tiene el apoyo de los grupos extremistas que quieren cambiar el sistema en su totalidad hacia un esquema de tipo bolchevique pero muy nepótico, tiene a sus familiares cercanos muy bien acomodados en el gobierno de la 4a.
Luján que fue contralora en el Gobierno de AMLO en la Ciudad de México, a quien se le señala como el cerebro contra la Polevnsky; ha sido cuestionada porque se arroga el apoyo de la estructura de súper delegados de Bienestar y por lo mismo, de activistas como la agrupación para gubernamental “siervos de la nación”; y lógicamente como su hija es la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján, por el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, al que muchos le añaden el futuro de Bertha…
La señora Luján en su momento fue una ferviente radical, que se opuso a al TLC con Estados Unidos; y está en la misma corriente de Ramírez Cuéllar para quien el INEGI debe ser una policía política que debe hacer un inventario casa por casa de los bienes de las personas, con fines confiscatorios; lo que por ahora no tuvo eco en López Obrador.
Uno de los operadores y enlace con el bolivarismo de la Cumbre de Sao Paulo, que algunos identifican como un cártel de narcopolíticos latinoamericanos, es el dominicano Héctor Díaz Polanco, que se precia de ser asesor de las guerrillas, entre ellas las de Nicaragua y la del EZLN, grupo que por cierto están confrontados con López Obrador. Díaz Polanco tiene el cargo de inquisidor de Morena, al frente de la comisión de justicia y honestidad; todo un demiurgo por encima de los militantes de ese partido. Díaz Polanco es un antropólogo que estudia al hombre desde la perspectiva animal, tal vez por eso, hace el papel de golpeador del grupo lujanista.
Finalmente está Alejandro Rojas Díaz Durán, a quien se le identifica con la fracción moderada de Morena, ha sido legislador y tiene una trayectoria política de mayor experiencia que sus competidores. Su debilidad aparente es decirles a las cosas por su nombre, lo que en realidad es bien visto por muchos de los simpatizantes de ese partido, que consideran una oportunidad de tipo político para que Morena, pueda convertirse en un partido con estructura y contenido, más allá de las escaramuzas electorales.
Las encuestas de las que alguna vez López Obrador mencionó tres, deberían ser precedidas por debates públicos, en los que la ciudadanía pueda evaluar realmente que manejo tienen los que aspiran a ser dirigentes de los partidos; y eso va para todo el sistema de partidos, que hasta ahora operan en la opacidad de los nombramientos.
Es importante que Morena, el partido que logró la mayor votación hace dos años demuestre de que está hecho y demuestre en su método de elección, que busca reafirmar esos 30 millones de votos que siempre señala que le dieron el voto y que hoy, en un proceso, que debe de cerrar antes de septiembre, logre mostrar ser un referente organizacional en este esquema de partidos, que exige desechar “la ley de hierro de las oligarquías de los partidos” como les denominó Robert Michaels a las burocracias que se apoderan de esas entidades de interés público, que son imprescindibles para la vida democrática de México.