Por. Raúl Flores Martínez.
Mientras el Presidente de la Esperanza, López Obrador se pondrá de tapete con el mandatario de una de las potencias más grande del planeta, Donald Trump, México se cae en pedazos con la inseguridad que se acrecienta en distintos estados del país.
Nuevamente las ejecuciones en Guanajuato se dan a unos días de que más de 27 personas murieran en Irapuato, tras el embate de un grupo armado en un centro para curar adicciones.
Una violencia que poco a poco va escalando niveles. Hace un año en este mismo espacio, lo dijimos, “la violencia crecerá en el país, porque el gobierno de la cuarta transformación no tiene una estrategia de seguridad, “los abrazos, no balazos” y ahora “somos un gobierno humanista y pacifista de nada sirve para la sociedad ante los embates de los delincuentes”.
Nuevamente ponemos, como el claro ejemplo de la impunidad, el estado de Guanajuato donde los sicarios del Cártel de Santa Rosa de Lima y Jalisco Nueva Generación, se pasean en sus camionetas con armamento de grueso calibre sin que puedan ser detenidos.
El sábado por lo menos en Celaya, los sicarios de “El Marro” atacaron tres puntos de la ciudad, quemando casas y vehículos; además de haber matado a cuatro elementos de la policía municipal, que ya habían amenazado con hacerlo tras la detención de su madre y hermana.
Hasta dónde va a parar esta violencia en Guanajuato que cada día se descompone más y los ciudadanos, ya no salen de casa por el temor de estar en medio del fuego cruzado de las células antagonistas que se disputan el estado.
Guanajuato me recuerda dos ciudades que en la época del expresidente Felipe Calderón, estaban muy calientes, Ciudad Juárez que con base en un operativo por la extinta Policía Federal fue pacificado. La otra ciudad Nuevo Laredo, Tamaulipas, que sigue siendo tierra de nadie, bueno tierra del Cártel del Noreste.
Una violencia que ya está en todo el país, ya no hay entidad que se salve; antes la CDMX era el único santuario que tenía el crimen organizado y por ello, los capitalinos, nos sentíamos a salvo de la violencia. Ahora eso ya se perdió y seguiremos perdiendo por una simple y sencilla razón, el actuar del crimen organizado cada vez es más sanguinario.
Hay un dato que me llamó la atención, mediante ofertas de trabajo en otros estados y con sueldos “atractivos”, jóvenes de entre 15 y 22 años de edad, son reclutados por el crimen organizado a través de redes sociales.
Esto lo dio a conocer la fiscal del estado, Ruth Medina Alemán, quien señaló que actualmente son 14 las personas que salieron voluntariamente de su casa con rumbo a otra entidad del país, para realizar trabajos principalmente en el sector de la construcción; sin embargo, fueron reclutados para actividades ilícitas.
Esto es solo el ejemplo de la falta de una estrategia de seguridad que dejará marcado en la historia el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Si el de Calderón se manchó de sangre por la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, el de López Obrador estará manchado de sangre por “consentir y apapachar a los delincuentes”.