La recuperación de la izquierda mexicana

Isaías Villa González*.

El apabullante triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018, perfiló las posibilidades para la instauración de un nuevo régimen, y el que pudiese representar Morena el referente nacional de izquierda, desplazando al PRD de ese sitio. No ha sido así.

La narrativa construida por AMLO y sus seguidores habla de una Cuarta transformación, semejante en dimensiones a la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. En esa lógica la 4T sería un cambio de izquierda, que superara estructuralmente al “capitalismo neoliberal” criticado. Pero la realidad lo ha desmentido, desde la composición de su movimiento político electoral y de su gabinete, muy notablemente dominados por personajes de derecha. Es válida por supuesto la táctica de inclusión, para conformar mayorías electorales, y aún para hacer viable un programa de gobierno; en todo caso, lo esencial resultan las políticas públicas, las reformas legislativas y las acciones de gobierno.

A un año de ejercicio del amplio poder conseguido está claro. Y no se trata de un asunto teórico, sino de sustentar la actuación de los ciudadanos, la sociedad y las fuerzas políticas. La reclamación social y sus amplias expectativas, manifestadas en el voto de 2018, emplazan a optar entre sumarse a la ruta del cambio, criticar parcialmente los errores, u oponerse con contundencia ante los riesgos y tamaño del retroceso y construir otra ruta. Luego de los avances logrados en 3 décadas de transición y alternancia democráticas, lo lógico es aspirar al avance hacia un estadio superior, no a involucionar.

 AMLO no es de izquierda; sin duda su proyecto es autoritario, populista, conservador, y muy regresivo; ese talante lo había confrontado ya al seno del PRD. AMLO mismo ha negado definirse ideológicamente; solo por cuestiones político- propagandísticas, esgrime reiteradamente una polarización entre liberales y conservadores, falsa y maniquea. Y Morena no es propiamente un partido-institución, sino el instrumento electoral de temporal con el que AMLO cuenta e impone. La conducta, acciones y proyectos de AMLO en el poder, contrastan con lo que el pensamiento y las acciones históricas de la izquierda mexicana ha enarbolado y contribuido al avance de nuestro país. Veamos:

No es de izquierda la embestida antidemocrática de AMLO, que busca someter a las instituciones electorales, establecer un corporativismo clientelar mediante los programas sociales asistencialistas, y restringir a la pluralidad partidaria opositora. La izquierda progresista cree en la democracia y su ejercicio mediante normas, instituciones y un debate racional frente a la sociedad.

No es de izquierda un gobierno  de cero crecimiento, que prefiere ahorrar, eliminado apoyos sociales (austericidio); que inhibe la inversión privada al cancelar proyectos como el NAIM, e instaurar reformas judiciales punitivas (extinción de dominio, criminalización fiscal). La izquierda progresista cree en la recaudación, mediante una reforma fiscal progresiva, en la inversión pública estratégica, y en la promoción de la inversión privada productiva, generadora de empleos y de contribuciones fiscales.

No es de izquierda un gobierno y proyecto que anula Programas sociales como las estancias infantiles, y cancela un sistema de protección sanitaria para los más pobres como era el Seguro Popular, mientras concentra recursos para su distribución discrecional y electorera. La izquierda progresista cree en un Estado que disponga un piso social básico, como derechos establecidos, con normas claras, no clientelares.

No es de izquierda militarizar la seguridad pública, impulsar reformas judiciales fascistoides, que atentan contra los derechos humanos, niegan la presunción de inocencia, legalizan el arraigo, el espionaje y la tortura; mientras solapa discrecionalmente la corrupción e impunidad, como en el caso de Bartlett. La izquierda progresista cree en el poder civil, los derechos humanos y las garantías individuales. En el combate a la impunidad sin distinciones.

No es de izquierda atentar contra el Estado laico, pretender instaurar una moral pública (que además polariza con fanatismo), mientras se someten derechos a consultas. La izquierda progresista cree en las libertades e impulsa políticas públicas y reformas legislativas a favor de los derechos de las mujeres, la diversidad sexual y todos los sectores vulnerables.

No es de izquierda atentar contra la ecología y el medio ambiente, con proyectos como el de Dos Bocas, el Tren Maya y la insistencia en el uso de energía derivada de combustibles fósiles.  La izquierda progresista cree en la sustentabilidad del desarrollo, en la preservación del medio ambiente y en el uso responsable de la tecnología.

No es de izquierda supeditar la política internacional mexicana a los dictados del Presidente norteamericano Donald Trump, distrayendo la Guardia Nacional para detener migrantes. La izquierda cree en la soberanía de las naciones y en la cooperación internacional para el desarrollo (que evite la migración por pobreza y violencia), así como en la solución pacífica y legal de las controversias; México debe fortalecerse en el contacto y relación con los Estados progresistas del mundo.

Es indispensable la recuperación en México del proyecto de una izquierda democrática, apegada a la tradición racional, libertaria y humanista de la Ilustración, para resistir los retrocesos de la autodenominada 4T, y retomar el rumbo del progreso. Lo peor de la regresión autoritaria y populista de AMLO, es que ello desacredite a la verdadera izquierda, y entonces el péndulo político electoral dé un vuelco monumental hacia el conservadurismo extremo.

*Consejero Nacional del PRD

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