Carlos J. Pérez García.

Cada semana son más intensos los cuestionamientos al presidente, tanto de fondo como de forma… y no sólo en las reacciones de intereses políticos o económicos, sino también en la crítica ciudadana. Parte de ello, claro, va aderezado por elementos ideológicos aunque en muchos casos no sucede así.

La desunión nacional se eleva, pero la evidente polarización no alcanza todavía a la mayoría de los mexicanos que es ajena al radicalismo de insultos entre los partidos o legisladores y en las desconsideradas redes sociales. Éstas son frecuentadas por personas de todo tipo, si bien hay más proselitistas o beligerantes en la política, así como periodistas y fanáticos o aduladores pagados.

Unos se lanzan epítetos de comunistas o populistas o destructores… otros de fachos (fascistas) o derechistas o conservadores o neoliberales, en buena medida azuzados por el Ejecutivo Federal. Pero este no es realmente nuestro país, ya que las mayorías no participan en ello e incluso lo ignoran. La política, para bien y para mal, no viene a ser lo principal en las vidas de quienes recorren caminos más apremiantes como pagar la renta o cumplir con sus obligaciones académicas y laborales.

Reitera el escritor Javier Marías: “Tal vez lo malo no sea nunca tanto lo que nos pasa, cuanto lo que nos hacen creer que nos pasa” (El País, 15/II). Se exagera, sí, aunque el presidente de la República ha promovido la polarización a su conveniencia.

En fin, he tratado de no distraerme con tantos distractores (aviones, rifas, bromas o golpismos) pero la cena de moche o coperacha merece un comentario pues muestra los peligros del desarreglo y la irracionalidad de un arrebatado gobierno unipersonal. El sablazo se identifica como algo poco serio y por fuera del estado de Derecho, además de ser contraproducente para la inversión y la economía mexicana. ¡Una vergüenza… que confunde y humilla a inversionistas potenciales!

Aparte de sus efectos negativos, estas estupideces desvían la atención de asuntos fundamentales como la lucha contra la impunidad y la corrupción, o el descontrol en ángulos específicos de la inseguridad. En el primero, ojalá se llegue a los niveles más altos del sexenio de Peña Nieto que tanto cuestionamos en años recientes. En el segundo, las cosas están menos claras.

Miren, sin precisar de qué se trata, el titular del Ejecutivo y algunos feligreses aventuran que el llamado neoliberalismo sería el culpable de terribles males como la corrupción y los feminicidios. Nada prueba eso e inclusive sobran ejemplos de lo contrario: 1) En Japón, modelo de liberalismo, los niños van y vienen solos a la escuela en transporte público y nadie los molesta, si bien existen duras penas para los sociópatas que nunca faltan. 2) En el mundo, nuestro país ocupa el lugar 70 en libertad económica (con 25 homicidios por cada 100,000 habitantes), mientras que las economías más libres en la lista muestran índices de asesinatos entre 0.2 y 5.3, notablemente menores.

A su vez, ojo, en la CdMx desde hace 23 años se han tenido siete gobiernos sucesivos “de izquierda”, y en el país el último sexenio del populismo anterior (López Portillo, 1976-82) tuvo mucho más corrupción que el siguiente (De la Madrid, con el primero en “los 36 años de neoliberalismo”).

Ante las preguntas sobre inseguridad y homicidios AMLO siempre tiene lista una palabra para salir del paso: “Lamentable”. Y prefiere sus distractores incluso en contra del estado de Derecho con el apoyo de abogados como Alejandro Gertz, Olga Sánchez, Julio Scherer o Ricardo Monreal.

Queda claro: El poder nos hace creer que podemos hacer lo que queramos y no nos va a pasar nada… Algunos hasta se sienten iluminados o inmortales y hoy un grave problema acá es que, como decíamos, todo mundo le sigue la corriente al líder. Abundan razones para ello, pero nadie le dice ‘No’ al presidente, ni los empresarios ni sus colaboradores, de tal manera que él siente que sólo sus enemigos ideológicos (“conservadores”) lo cuestionan de mala fe.

Igual, recordemos que aceptar un puesto para el que uno no sería apto, es corrupción (aunque pretenda ser honesto). Y ante los feminicidios AMLO ha dicho “no tengo problemas de conciencia”, a lo que El País (17/II) le contesta “en efecto, no es un problema de conciencia, sino de formación y conocimientos” pues exhibe una terrible ignorancia en materia de feminismo y violencia de género, sobre lo cual hay experiencias exitosas que le podrían servir. Si acaso, huye hacia el pasado o la espiritualidad sin aportar la estrategia integral que le demandan.

La prensa nacional e internacional ya no sólo señala sus frecuentes errores, sino que se burla con crueldad de él y su necedad. Pero se enoja en vez de escuchar y considerar las críticas.

* ES INCREÍBLE QUE ÉL haya ayudado tanto para que le asignaran un apodo de alcances escatológicos, y quizá se le quede por mucho tiempo. La verdad, resulta más grosero que los motes o calificativos que él endilga a quienes no están de acuerdo con sus posturas y ocurrencias. Sucede que, al cerrar un discurso, invocó las palabras ¡Fuchi, caca!

De allí este remoquete que ha destacado en internet a nivel mundial. Todo eso suele pasar cuando algo que uno dice se le regresa y se ancla, lo que también puede ser impulsado por malquerientes.

* PARA LOS 15 ESTADOS que tendrán elecciones de gobernador el próximo año, el centro no muestra interés en enviar a gente que tenga más de 10% de capacidad y experiencia. En México hay individuos con casi 100% de honestidad y casi 100% de capacidad… Un mayor porcentaje de un lado no requiere menos del otro, ni viceversa.

Bueno, en San Luis Potosí se baraja un miembro del Gabinete que al parecer no está pensando en ser gobernador, Esteban Moctezuma, quien se ve contento como Secretario de Educación Pública y muy metido en esas funciones. No creo que le mortifique que lo consideren, aunque tampoco hay engaño pues él nunca ha pedido esto.

Si acaso la discusión se podría animar un poco al colocarse la vara más alta, pero quienes tengan interés real y factibilidad deberán mostrar verdaderos tamaños. A su vez, es probable que las cosas se pongan aún más complicadas en el gobierno Federal los próximos años, lo que implicaría que ya no se viera tan fea la perspectiva de un gobierno estatal para Alfonso Durazo en Sonora, Rocío Nahle en Zacatecas, Santiago Nieto en Querétaro o el propio Moctezuma en San Luis. Todos ellos la tendrán bastante difícil con AMLO.

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