Raúl Flores Martínez.
En qué momento pasamos de la dura y cruel cotidianidad de violencia en el país a las descalificaciones e incluso amenazas de muerte.
Hace unos días Frida Guerrera confrontó en la conferencia mañanera al Presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre los feminicidios que se están dando en el país.
Diez muertes diarias de mujeres, es una cifra demasiado alta que no le gusta a las autoridades que se las recuerden, no les gustan que hasta mandan a sus huestes, la jauría hambrienta para despedazar a quien se atreva a cuestionar o exhibir una realidad que se vive actualmente.
Hasta dónde hemos llegado en estos años, del “Ahorita no”, hasta “El Cacas”, de las maldiciones y amenazas por redes sociales que son como llamadas a misa.
Tal parece que las autoridades de los tres niveles de gobierno tienen más empatía con los delincuentes y grandes capos que con las familias que han perdido a su hija, hermana o madre.
Desde hace tiempo lo había pensado, pero hoy con todo el dolor del corazón puedo afirmar que “a este país se lo está llevando el diablo”; un gran país con muchos mexicanos trabajadores que se soban el lomo de sol a sol y a la vez que han sido abandonados por las autoridades.
Usted que me lee, que ha sido víctima de los delincuentes, ¿usted les respetaría sus derechos humanos o simplemente haría justicia por su propia mano ante la ineptitud y complicidad de las autoridades?
Cuál es la diferencia de la familia del “Chapo” Guzmán con la familia de la pequeña Fátima, que el Presidente de México favorece a una, le tiene más empatía, que la apoyó en su momento a ir a Estados Unidos.
Lamento decirlo, pero esta sociedad se está pudriendo, dividiendo con la polarización de los discursos mañaneros, con la ineptitud de echarle la culpa al neoliberalismo, con la falta de valor de enfrentar los problemas actuales.