Rubén Cortés.
La inminente desaparición del INE tal como se conoció desde su surgimiento, es un ejemplo más que fehaciente de que las instituciones no se protegen a sí mismas, y deben ser defendidas desde que empiezan a ser asediadas.
Por supuesto que el INE ya es fiambre, y sólo falta el papeleo para que se haga efectiva su defunción. La férrea defensa del INE que se observa hoy, había casi brillado por su ausencia, a pesar de que entró en liquidación tras la consulta que tiró al NAIM.
Y que fue realizada por Morena a menos del uno por ciento del padrón electoral, con una untura para hongos de los pies, en lugar de tinta de seguridad para evitar la repetición del voto. Para nada el INE fue tenido en cuenta, y éste fue muy tibio en su protesta.
En su papel de árbitro imparcial, el INE siempre fue demasiado cauto ante las andanadas de uno de los jugadores eternos de nuestras elecciones: y su reiterada precaución significó una obediencia por adelantado.
Porque no pueden decir que la guadaña los agarra desprevenidos. El actual Ejecutivo lo dijo en campaña: “El INE no inspira confianza. Después de esta elección habrá, es nuestro compromiso, una auténtica democracia”.
Incluso, el Proyecto Alternativo de Nación, lineamiento No. 9, escribe el acta de defunción del INE: “Se establecerá una auténtica democracia. Nunca, nada ni nadie, estará por encima de la voluntad soberana del pueblo”.
Así que la alharaca de hoy es manida, y este grito en el cielo llega tarde. Según Timothy Snyder, “tendemos a presuponer que las instituciones se sostendrán automáticamente frente a los ataques más directos”. Al caso del INE, esto le va a la perfección.
No, el INE no se sostuvo automáticamente: faltó nervio, incluso desde antes de que Morena asumiese el poder e hizo una consulta contra el NAIM pasándole por encima, al hacerla cómo, dónde y entre las personas que le dio la gana.
Porque Morena confeccionó las boletas, las guardó donde quiso y en lugar de tinta indeleble para marcar el dedo de los votantes, utilizó violeta de genciana, un colorante para combatir los hongos de los dedos del pie, que se cae con agua.
Sí: este grito en el cielo retumba a destiempo. Porque Morena nunca lo ocultó y todos lo sabíamos, pues está el proyecto de este gobierno: “Nunca, nada ni nadie, estará por encima de la voluntad soberana del pueblo”.
Por eso para este año le quitaron más de mil 72 millones de pesos del presupuesto, porque ya no es necesario, como lo demostró Morena en la consulta del NAIM: 700 mil pueden decidir el futuro por 91 millones.
Y se cumple y se acata. ¡Faltaba más!