Raúl Tortolero.
El Embajador Christopher Landau no puede intervenir en política interna mexicana, que es asunto de los mexicanos, pero tampoco lo ha intentado, ni pienso que lo vaya a hacer. Sin embargo, en el poco tiempo que lleva en ese encargo tan relevante, se ha convertido en un ícono diplomático de buenas artes, que nos recuerda en no pocas ocasiones que los eventos y decisiones de México –que no es una isla- van a afectar tanto a nuestra nación como a los Estados Unidos.
Landau empezó su periodo como Embajador de Estados Unidos en México el viernes 16 de agosto de 2019. Fue ratificado por el Senado de su país luego de 15 meses de la salida de Roberta Jacobson. Ha mantenido un perfil de bastante cercanía con la gente, muy integrado a la cultura mexicana, carismático, y tuitea siempre por mano propia, e incluso ha atendido infinidad de trámites de visas por esa vía.
Justo en twitter hizo público un video el pasado 27 de marzo, en el que mostraba preocupación por la situación del coronavirus, y de cómo impactaría en México y a sus connacionales. No sólo a los que estén en México, sino en todo el mundo. Les pidió no viajar, y regresar a su país. Incluso, a los residentes, les planteaba la posibilidad de moverse a EU para afrontar en mejores condiciones la pandemia.
Y si eso es ante la crisis de salud, ante la de seguridad que golpea a México, Landau, en una reunión con autoridades federales el 22 de febrero, expresó que las cosas no podían seguir como estaban. Hay muchas reuniones -dijo-, pero “lo importante es que tengamos resultados y que haya operaciones, y no solamente haya palabras”, con el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, sentado a un lado.
“Como sociedades, no podemos aceptar lo que está pasando, y no puede ser solamente cuestión de diálogo”, apuntó. Y luego remató con una pregunta: “¿Qué es lo que se propone que es distinto de lo que se ha hecho? Porque hasta ahora no hemos tenido resultados”. Fue claro el Embajador Landau, litigante de larga trayectoria.
Por todo esto cabe preguntarnos cuál será su postura ante un asunto trasnacional, de México y Estados Unidos: la justicia ante el narcotráfico. El Chapo Guzmán está en una prisión en Nueva York. Su mamá, la señora María Consuelo Loera Pérez, esperó en una camioneta en Badiraguato al presidente López Obrador el domingo 29 de marzo, quien la saludó de mano (en plena pandemia, desacatando a la OMS), y le dijo, hablándole de “tú”, que ya tenía su carta.
Se supo al día siguiente que tal carta en teoría era una petición para que el mandatario interviniera por “humanismo” para que la señora, de 92 años, pudiera visitar a su hijo, a quien dice no haber visto hace 5 años. Y para traerlo a México a cumplir su condena. Tiene razón la señora. Una madre ama a sus hijos, sean quienes sean. El problema está en López Obrador, a quien le llovieron críticas, y con razón, ya que si un saludo igual se hubiera dado a conocer durante su campaña presidencial, hoy no estaría gobernando. Hoy se ha perdido la confianza.
El 17 de julio de 2019 la prensa publicó –en alusión al caso del Chapo- que el gobierno de EU prohíbe emitir visas a personas implicadas en tráfico de sustancias controladas, y a sus familiares inmediatos. Siendo así, el presidente de México estaría solamente alimentando falsas expectativas, porque no parece probable que EU vaya a modificar sus políticas migratorias. Como sea, ¿no hay muchos temas urgentes en la agenda binacional mientras el petróleo se hunde, la bolsa cae, el consumo se inhibe y hay recesión?
Porque, más allá de apoyar solidariamente a una señora, no se entiende qué otra cosa podría motivar tanto a López Obrador como para inconformarse con una decisión ya tomada por los Estados Unidos.
El gobierno mexicano cada día se muestra más adverso al país con el cual tenemos una frontera de 3 mil kilómetros, un acentuado comercio del que depende en mucho nuestra economía, y un T-MEC de estreno. Hoy parecemos divididos por el enfoque sobre la seguridad, por el caso del Chapo, por la elección de Luis Almagro en la OEA, y por Nicolás Maduro –por quien EU ofrece 15 mdd-. La 4T arrastrando a México cada día más hacia el eje “socialista del siglo XXI”, conformado por Cuba, Nicaragua, Venezuela. Todo es geopolítica. No luce viable tener como amigo al mismo tiempo a un narco-dictador como Maduro, y al Estado de Derecho y la democracia liberal.
A López Obrador desearíamos verlo igual de comprometido con las familias de las víctimas de la violencia y las desapariciones. Y con la unidad, los derechos humanos, la salud, la libertad de expresión, el libre mercado, y la inversión. El embajador Landau hace bien en velar como lo hace por los intereses de sus conciudadanos en México. Sus acciones han hecho despertar a ciertas autoridades mexicanas. Él, por ejemplo, sí recibió a los Lebaron, sin poner de pretexto su investidura.
Twitter: @raultortolero1