Miryam Gomezcésar.
Quisiera pensar en algo distinto a la crisis sanitaria por la que atravesamos, pero este cansado encierro nos mantiene atentos y apesadumbrados con lo que ha causado en los múltiples escenarios el insospechado avance de la pandemia. Por más que intento apartar el pensamiento hacia otros asuntos importantes del quehacer público, algo surge en el instante exacto que me regresa al mismo tema.
En medio de una guerra informativa que dificulta distinguir verdad de mentira, lo que puede esperarse, lo predecible de lo inevitable ante el alud de opiniones incluso de estudiosos cuyas teorías se contraponen, la disposición colectiva tampoco ayuda cuando por distintas circunstancias de carencias y bonanzas, mientras unos se quedan en casa otros salen a cumplir su obligación cotidiana.
En Quintana Roo finalmente hubo un tema para el cual no se limitaron esfuerzos para la contención del contagio del coronavirus Covid-19, el proyecto encabezado por el gobernador Carlos Joaquín González, abrió en su equipo expectativas. Acompañado por la titular de Salud, Alejandra Aguirre Crespo y la de Comunicación, Hayde Serrano para iniciar su campaña de promoción que intentaron de alto impacto, cumplía su objetivo hasta que todo se complicó.
Primero, durante la conferencia de prensa, pudo verse a Aguirre Crespo nerviosa, sin saber dónde ubicarse ni respetar lo que en ese momento ya era obligado de mantener Susana distancia, tan cerca del mandatario y tan lejos de la prensa, al final del evento olvidando las formalidades de mantener una distancia reglamentaria, se tomó la foto del recuerdo con los funcionarios asistentes.
En el contexto de los estragos de la pandemia que ya se sentían en las ventas de las agencias de viajes en el estado, con los descuentos de las aerolíneas que aplicaron para atraer al turismo y paliar de esa forma su baja demanda de boletos, muchos quintanarroenses quisieron aprovechar la oferta de tan inmejorable oportunidad.
Quienes de plano no resistieron la tentación fue un numeroso grupo de entusiastas habitantes de Chetumal, dispuestos a disfrutar de restaurantes, bares y la buena vida europea en plena crisis sanitaria. Entre ese grupo iba el Coordinador de Protección Contra Riesgos Sanitarios (Zona sur) de la Comisión de Federal de Protección Contra Riesgos Sanitarios en Quintana Roo (Cofepris), Luis Felipe Barquet Armenteros, quien habría viajado junto a un vasto grupo de 28 personas a Europa, Turquía y otros destinos incluidos en el tour.
Así, tras darse a conocer el primer caso de contagio de coronavirus Covid-19 en Chetumal, y que el apellido que se especulaba del contagiado supuestamente es el de una conocida dinastía radicada en la capital del estado (Mercader), los rumores crecieron como la espuma y, aunque nadie quiso hablar de este asunto, todos voltearon a ver al mandatario estatal.
Ante la presión del delicado asunto, muy pronto y sin precisar datos aclaratorios oficiales tuvieron la necesidad de distraer la atención al publicar que en realidad en este caso se trataba de un contagiado habitante de Bacalar que fue trasladado a Chetumal, pero como todo en el terreno de la especulación y los rumores transita con la velocidad del rayo, la “noticia” empezó a causar mella oootra vez en la aboyada imagen del gobernador y, poco a poco, esa información fue acallada.
En sus promocionales la Secretaria de Salud, Alejandra Aguirre Crespo, explica que a todos los viajeros se aplican los protocolos exigidos en los casos de riesgo sanitario, sin embargo, en el grupo de viajeros hay quienes niegan que dichos protocolos se los hayan aplicado.
Y, como en la famosa y multicitada Ley de Murphy “Si algo puede salir mal, saldrá peor”, hoy el gobernador no se escapa a la malvada suerte que lo ensombrece. En esta ocasión también fue la falta de cuidado de quienes dicen tener amplia experiencia pero siempre terminan enlodando al mandatario por la falta de interés a verificar las cosas que se ejecuten.
Por si no era suficiente, también reapareció con un contundente mensaje virtual el Secretario de Seguridad Pública, Jesús Alberto Capella Ibarra, quien a través de su cuenta de Twitter, en días pasados dijo “En conjunto con las autoridades de Salud, seremos muy estrictos en las entradas y salidas de Chetumal, en el punto de nuestro arco de revisión. Quienes no tengan necesidad apremiante de Entrar o Salir se les exhortará a regresar a sus domicilios. Es por la salud de todos”.
Ante la precipitación y la reacción de los ciudadanos, intentaron “aclarar” que no se cerraría el ingreso o salida de la capital del estado sino que se trataba de imponer un cerco sanitario aunque, en los hechos, los elementos de la policía comisionados que están instalados en el retén del arco mencionado hicieron exactamente lo dicho en el mensaje de Capella Ibarra y, de cada diez vehículos inspeccionados, por lo menos a seis les impidieron ingresar a Chetumal. ¿Sabrá el significado de atentar contra el Estado de Derecho?
Y ya instalados en el teléfono descompuesto, en la Secretaría de finanzas y Planeación (Sefiplan), también cooperaron para el enredo al informar sobre la restricción de bebidas alcohólicas que en el boletín se leía “Ley seca en horario ordinario y extraordinario” para ser exactos los 14 días de contingencia sanitaria.
Ante la reacción de los poseedores de patentes para la venta de cerveza que son muchos en el estado que saldrían afectados (y por su importancia electoral, claro está), más tarde enviaron otro comunicado diciendo que en realidad se trata de una prohibición parcial en horario extraordinario para bares, centros nocturnos y discotecas.
Pero, como hemos comentado en artículos anteriores, nada en los gobiernos se separa del proceso electoral que se aproxima. Los traspiés de unos son las oportunidades esperadas por otros y así, mientras el protagonismo de sus colaboradores ensombrece la intención del mandatario, del alcalde de Cozumel, Pedro Joaquín Delbouis y de la alcaldesa de Benito Juárez, Mara Lezama, que intentan realizar una labor que trascienda, al desbarrar tratando de explicar cómo enfrentarán el delicado momento, más pronto de lo imaginado llegó el boletín de con la reacción de la senadora Marybel Villegas Canché, en el cual exhorta a las autoridades a no atentar contra los derechos individuales de los quinatanarroenses.
“El toque de queda de facto emitido por algunos municipios es un grave atentado contra el derecho al libre tránsito de todos los ciudadanos” y, tras exigir no caer en lo que llamó medidas politizadas en contra del pueblo de Quintana Roo, en su comunicado aludió el Artículo 29 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que a la letra dice: “Es facultad de Presidente de la República restringir derechos y garantías en los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto”, con lo cual mostraba su colmilluda postura.
Un error de comunicación es el descuido de la expresión verbal cometido por la mayoría de las figuras del sector público, lamentable por donde se vea. Aunque están sometidos a una enorme presión y ubicados en el ojo del huracán de la crisis sanitaria, con un micrófono en mano, frente a cámaras y grabadoras en las conferencias de prensa, los cuestionados no miden el riesgo de hablar y responder a boca jarro cuando la situación tiene a la población atenta a lo que dicen. Esa ansiedad por responder rápido que compromete su imagen cuando la respuesta que los ciudadanos esperan es distinta a la que escuchan, se entiende en el contexto de lo apremiante pero el costo que pagan es alto.
Cualquiera imagina que entre la labor obligada del grupo de asesores que rodea a los mandatarios es la de pulir sus documentos, estar pendiente de lo que necesitan con datos, cifras y cuidar hasta el más mínimo detalle para facilitarles su trabajo, pero Mara Lezama carece de muchos asesores comprometidos dispuestos a apoyarla para responder y proceder correctamente, la alcaldesa no se da cuenta quiénes en su cercanía están dedicados a hacer labor de zapa, pese a ser los mismos que desde un inicio mostraron el cobre pero por extraña razón la convencieron para ser incluidos en su equipo.
Con un pasado inmediato comprometido, sucio, escandaloso, quienes hoy vuelven a aplicar la misma dosis que a la ex Diputada Federal, Graciela Saldaña Freyre, la traicionan sin el más mínimo cuidado de formas.
Por ello sorprenden los rumores sobre la presencia de Antonio Meckler Aguilera y María Eugenia Córdova, en el último minuto cerca de la alcaldesa, cuando el uso y abuso de las despensas con productos de consumo básicos que están destinadas al apoyo de las familias que lo requieran durante la llamada 2ª Etapa de la crisis sanitaria en Benito Juárez, esos consultores sólo hacen lo que les conviene.
El material es inmejorable para el activismo como operan estos asesores a favor del secretario general del Ayuntamiento, Jorge Aguilar Osorio, para quien sus viejos amigos y correligionarios de grupo en las corrientes perredistas trabajan con fines estrictamente electorales, insensibles como han sido a las necesidades de los habitantes en plena crisis sanitaria.
Un dato adicional que llama la atención es la insistente presencia de Jorge Aguilar Osorio en algunas páginas virtuales de noticias e información gubernamental donde es incluido al tiempo de presentar un ataque frontal y sistemático contra la alcaldesa. ¿Consecuencia, casualidad o publicidad?
Así se entiende cuando arrecian los rumores de esos encuentros “discretos” que se dice mantiene Jorge Aguilar Osorio (aspirante a alcalde) con el principal colaborador de Carlos Joaquín González, Juan de la Luz Kanfachi, quien suele aparecer en escena siempre por asuntos de interés estrictamente político.
En otra columna detallaremos quiénes son los funcionarios municipales de primer nivel que integran el proyecto impulsor del secretario del Ayuntamiento, que también traicionan a su jefa.