México .— La exposición “Murales para un cubo en blanco” es como una gran caja dentro de la cual hay otra caja, y dentro de ésta otra y otra y una más. Dicho de modo distinto: es una muestra de cuatro obras elaboradas por seis artistas mexicanos que bien puede ser vista como una matrioska, con el aliciente de que es contextualizada con materiales de consulta dispuestos para hacer eco a las diversas propuestas.
Comisionados para intervenir algunos espacios de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS), los artistas Antonio Bravo, Iván Krassoievitch, Lucía Vidales, Ana Bidart y Primal (Paola Sánchez y Héctor Juárez), dialogan con el legado del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros (1896-1974), poniendo de relieve, ante todo, el sentido social del arte y proponiendo un escenario pictórico integral.
Todos los artistas convocados proponen, a partir de la propia obra de Siqueiros, de su pensamiento o de su activismo y compromiso social, una exploración de lo público y de lo más íntimo del arte, pero también de lo lúdico y lo colectivo. Ana Bidart y Primal elaboraron un juego de dados que, a partir de un conjunto de pasos, lleva al participante (quien es a su vez un espectador) a la construcción de un mural en la fachada de la SAPS.
Antonio Bravo lo que hizo fue colocar una serie de enormes bloques de piedra caliza del tamaño de un hombre promedio (1.70 metros), que bien pueden ser tomados como barricadas, pero que en realidad presentan una talla que emula las congregaciones masivas, un motivo recurrente en la iconografía siqueiriana. Es algo parecido a unas huellas endurecidas, fósiles que guardan la memoria de la forma en que se mueve la masa humana en relación con la consigna política.
El trabajo de Iván Krassoievitch es una llamada de atención al visitante, quien sin remedio se ve obligado a poner su mirada en las delimitaciones y dimensiones de la obra: una instalación geométrica de colores elaborada con trozos de alfombra de uso rudo, espejos, manifiestos siqueirianos intervenidos, móviles que simulan atrapasueños y, en el centro de la sala, un móvil más que va del techo hasta el piso del Patio de Murales.
Por último, Lucía Vidales presenta, en el Cubo, al fondo de la SAPS, un mural transportable de ocho paneles en el que aborda un tema que en varios momentos aparece en la obra de Siqueiros: la crucifixión. No obstante ser colorido y por momentos tenue debido a sus tonos pastel, en este trabajo (hecho con óleo, encáustica y madera) Vidales muestra cuerpos fragmentados desde una mirada que, como la de Siqueiros, toma una postura política. “Murales para un cubo blanco” se expondrá desde el 5 de marzo y hasta el 14 de junio en la Sala de Arte Público Siqueiros.