Francisco Garfias.
Los diputados de la mayoría están a punto de cometer una traición. Traición a quienes los eligieron, traición al mandato que emana del ejercicio de la soberanía que reside de manera intransferible en el pueblo. Traición a México.
Es lo que va a ocurrir cuando se apruebe la iniciativa del presidente López Obrador que arrebata a la Cámara baja la facultad exclusiva que la Constitución le otorga en el manejo del Presupuesto.
El argumento que el Ejecutivo esgrime es la emergencia económica derivada del Covid-19 que, según sus propias palabras, “es pasajera”.
¿Para qué entonces cambiar la Ley? ¿Para mantener el control de los dineros en caso de una derrota en las elecciones intermedias del 2021?
Es lo que intuye el secretario de la Comisión de Hacienda, Antonio Ortega Martínez. Dice de AMLO:
“Quiere resolver ese riesgo modificando la ley y dejando para la segunda mitad de su sexenio, esta facultad de que sea él quien pueda destinar y manejar los recursos del Presupuesto”.
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Está la mesa puesta para cometer el atraco a la División de Poderes. Van a modificar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria para que el presidente pueda manejar de manera unipersonal los recursos públicos.
Actualmente la citada ley le permite mover, sin consultar a los diputados, el 5 por ciento del Presupuesto. Otra vez la pregunta: ¿Para qué quiere mas?
El viernes próximo se reúne la Comisión Permanente para citar a un periodo extraordinario para el 5 de mayo.
No importan los riesgos de contagio. “Por el bien de la Cuarta T, primero el presidente”, es el lema de los morenos incondicionales y sus aliados.
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No todos los diputados de Morena apoyan la iniciativa del Ejecutivo. El diputado Porfirio Muñoz Ledo publicó en redes sociales que está en contra de otorgar al presidente “facultades unipersonales” al margen de la Constitución.
El experimentado legislador se opuso también a que se cite a una sesión presencial, en plena fase 3 de la pandemia Covid-19.
Nos dicen que Mario Delgado, coordinador de la bancada de Morena, tampoco está de acuerdo con la iniciativa “pero va a acatar”. Ha ejercido su derecho de pataleo, pero no le queda de otra.
Morena y sus aliados necesitan 25 votos en la Comisión Permanente para convocar al período extraordinario. Hasta ayer tenían 24 votos seguros. Les faltaría uno. Se da por hecho que van a “convencer” a alguno de la oposición.
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Un poco de historia: La primera vez que llegué a la Cámara de Diputados como reportero fue en 1989. Eran los primeros meses de Carlos Salinas de Gortari en la presidencia de la República. Legislatura difícil en tiempos complejos.
Yo era de los convencidos de que le habían robado el triunfo en las elecciones presidenciales del 88 a Cuauhtémoc Cárdenas. La polarización que se vivía en el país se reflejaba en San Lázaro.
En estas tres décadas y pico he sido testigo privilegiado de la favorable evolución del Poder Legislativo en México.
Llegué a cubrir un Congreso de “alzadedos” al servicio del presidente en turno. Eran los tiempos de la Gran Comisión y desde Los Pinos se elegía al “líder”.
En 1997 festejé la formación del Bloque Opositor que, por primera vez, le quitó al Revolucionario Institucional la mayoría absoluta en San Lázaro. Creí, equivocadamente, que la pluralidad había llegado para quedarse.
En los 21 años que siguieron ningún partido obtuvo mayoría absoluta en San Lázaro. Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto, gobernaron sin una mayoría en las cámaras.
Eso los obligó entenderse. Hubo momentos de crisis parlamentaria, de mucha tensión, pero al final siempre se encontraron salidas. Se hacía política, había diálogo e inclusión de los diferentes.
En 2018 regresamos al Congreso de alzadedos y a la voluntad de un solo hombre. ¿Alguien lo duda?
FIN.