México.- Con la capacidad más baja de camas hospitalarias entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México también es el país que un menor número de pruebas para Covid-19 ha realizado.
Datos al 26 de abril exhiben que se han hecho 0.4 exámenes diagnósticos por cada mil habitantes, lejos del 22.9 que es promedio entre los países de la organización. Mientras Islandia, con la mayor tasa de pruebas, aplica 134.9 por cada millar.
De acuerdo con la actualización de la OCDE, las pruebas se pueden usar como estrategia para aliviar las restricciones de confinamiento y reabrir las actividades económicas. “Una vez que el número de personas infectadas se haya reducido con éxito, la supresión rápida de nuevas oleadas de infecciones virales será clave”, destaca.
El objetivo de esta estrategia es 1) suprimir el resurgimiento de brotes locales; 2) identificar a las personas que han desarrollado algún tipo de inmunidad y pueden regresar al trabajo de manera segura; y 3) obtener inteligencia sobre la evolución de la epidemia, incluso cuando se ha alcanzado un umbral para la inmunidad del rebaño.
Pese a que la OCDE exhibe la gráfica con la proporción de pruebas que se han hecho en la población, exhibe que un mayor o menor número de éstas no se exhibe como un patrón de éxito en el combate a la enfermedad. Italia y España, los dos países de Europa en que la arrasó la epidemia, se encuentran en el número 6 y 8 del mayor de número de pruebas por cada millar, con 28.6 y 29.7, respectivamente. Ambos por arriba del promedio de la OCDE.
Estados Unidos, el país con el mayor número de contagiados, realizó 15.6 por cada mil habitantes. Mientras Corea realizó apenas 11.6, por debajo del promedio de la OCDE. La organización destaca que es la estrategia implementada en ese país, la que puede abonar más a evitar un nuevo confinamiento.
El país asiático implementó una estrategia en la que realiza pruebas, rastrea a las personas infectadas y a sus contactos, con lo que se ayudó a reducir la propagación del virus.
Por ello se plantea que para reducir el riesgo de nuevos brotes en una segunda ola del brote, entre el 70 por ciento y 90 por ciento de todas las personas con las que una persona infectada entra en contacto deben ser rastreadas, analizadas y aisladas si están infectadas. “Esto requeriría un gran aumento en las pruebas. Los desafíos y los costos de hacer esto son limitados en comparación con las consecuencias de otro bloqueo”, abundó la OCDE.
La Jornada / Dora Villanueva