Carlos J. Pérez García.

Son más de dos décadas las que llevo observando a este personaje, y los últimos 2 años serían los que ya no quisiera hablar de él pero me ha resultado imposible dejar de hacerlo. Hay quiénes me invitan a olvidarme del encumbrado individuo, a fin de que me concentre en algunas vías o perspectivas con las que el país pueda escapar de una perspectiva catastrófica. Para mí no es nada fácil, lo reitero, aunque voy a intentarlo en mayor medida.

De acuerdo a mis intereses le veo poco sentido a meterme en otros temas cuando la economía, la salud pública y el gobierno van de mal en peor en forma sostenida hacia el futuro inmediato. Pero, ojo, hay elementos que sugieren preocuparnos menos por el actual presidente y ocuparnos más de las posibilidades de salir de todo ello.

La semana pasada empezamos a deducir aquí que en eso de la grave crisis que le cae “como anillo al dedo” a su proyecto de transformación, parecería ubicarse una quiebra generalizada de empresas para facilitar su expropiación o compra a bajos precios en una siguiente fase. Incluso podría surgir una especie de capitalismo de Estado con un líder providencial que “salvaría a sus enemigos empresarios” y, de hecho, los culparía de todos los males.

Esto significa que, al promover la radicalización del modelo político y económico de su transformación, él mismo propiciaría eso que ya ha asomado en Venezuela: gobernar con el ejército a su lado y arrinconar a un sector empresarial muy disminuido. Sin embargo, a diferencia de otros países, acá en México todavía no se percibe —al menos en la retórica— la definición de un gobierno aún más autoritario en un estado de excepción hacia un verdadero cambio de régimen.

Esto, claro, podrá ir cambiando conforme se complica la economía junto a lo social y la seguridad, aunque se vaya resolviendo la crisis sanitaria. Tenemos que estar atentos para actuar con oportunidad y eficacia.

Se necesita amalgamar un frente opositor amplio y unificado de carácter civil y progresista, que mantenga objetivos nítidos de cambio democrático a partir del mandato de la elección del 2018 en contra de la corrupción y la pobreza. Nadie podrá decir que sólo se trata de “conservadores que quieren regresar al régimen de corrupción y privilegios”. Al contrario, se buscarán reformas de fondo que vean a futuro y sean eficaces.

Varios analistas creemos que, con la sociedad, se podrán reconstruir los referentes éticos que acabaron de perderse en los gobiernos priista y morenista de la última década… el panismo, claro, ya había hecho lo suyo antes. La idea aquí será cambiar más allá de los discursos y con la vista hacia adelante.

Algo curioso es que, según escucho, no pocos señalan que sólo Trump será capaz de detener a López Obrador, y que quizá sería hora de alertar a Washington sobre los riesgos. En verdad podría ser muy peligrosa la pérdida de soberanía y resultaría crucial evadir la situación tan comprometida en la que el gobierno actual ha puesto a México.

Miren, la economía mexicana ya estaba en recesión y el sector salud se encontraba en franco decaimiento tras la cancelación del Seguro Popular y los recortes presupuestales de estos últimos 5 años (3 del gobierno priista y 2 del actual morenista). La torpeza gubernamental ante la pandemia y la agudización de la crisis económica por razones internas y externas, se montaron encima de orientaciones adversas que van empeorando con rapidez.

Muy ladino el mandatario defiende su posición personal y su popularidad, pero en la caída económica tenemos muchos menos programas de apoyo que otros países (3, por debajo de los 10 en Italia o Perú; 11 en Francia, Chile y España; 14 en Brasil; 19 en Corea del Sur, y 35 en China), con respecto a la planta productiva que debe conservar empleos. Mientras, en lo sanitario la negación inicial y las mentiras del presidente podrán tener todavía repercusiones a pesar de las compras y contrataciones tardías.

Uno ya no quisiera hablar de él, pero Andrés Manuel es un individuo tan visible, tan especial y tan poderoso que resulta inevitable ponernos al día en lo básico… fuera de un morboso anecdotario, con la idea de no permitir que vayan a eternizarse las crisis ni alejarse demasiado las posibles soluciones. Viene a ser “un mal líder en un mal momento”, señala el destacado analista Jorge Suárez-Vélez, además de que va a aumentar mucho la pobreza.

Esta semana estuvo plagada de líos y escándalos, desde acusaciones a futbolistas, cantantes y comediantes, o la idea de adelantar la votación de revocación de mandato si quieren “que se vaya”, hasta el ridículo en la negociación de la OPEP y el curioso distractor de que se estaría investigando al expresidente Peña Nieto. Notamos aquí facetas sicológicas que no ayudan a enfrentar lo que viene.

Sus mañas y su retórica van en contra de la realidad, de las malas noticias, de la técnica económica y de las sugerencias empresariales. Y es así que se producen mentiras y autogoles o autoengaños que alejan la posibilidad de vencer las complicaciones de las crisis, con lo que nos podremos encaminar a la “tragedia” que menciona el diario británico Financial Times a partir de negaciones, errores, confusiones y desatenciones del presidente.

En fin, las graves crisis en las que ya ingresamos nos abren la oportunidad de repensar los esquemas que desprotegen a México frente al mundo, de tal manera que nos concentremos más en el futuro que en las anécdotas y resentimientos del pasado. Enseñanzas hay y habrá, sin duda, pero sólo adquieren sentido si nos ayudan hacia nuevas y mejores etapas concretas.

Debemos apoyar al presidente y su gobierno ante la pandemia, por supuesto, aunque uno esperaría que él insultara menos y no se distrajera tanto con enemigos reales o imaginarios, que escuchara un poco a especialistas y pudiera dedicar más atención al gravísimo problema económico que se ve acrecentado por su ignorancia y necedad. ¡En verdad, sin que caigamos en pánico, vamos hacia una infame catástrofe!

* DEL GRAN NOVELISTA HARUKI Murakami, insistente candidato japonés al Premio Nobel de Literatura, ha circulado más estos días un breve segmento: “Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta (Tokio Blues, 1987).”

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