Alejandro Zapata.
Mientras que en todos los países del mundo toman las medidas pertinentes a su alcance, con la finalidad de mitigar los duros estragos ocasionados por los daños a la salud y a la economía en sus pueblos y naciones, procurando atender a sus enfermos, evitar mayores contagios y mantener el ingreso familiar mientras se supera la crisis, en México las señales no son alentadoras.
Los mensajes del Presidente López Obrador, amén de establecer reglas sanitarias a través de su vocero de salud, despertó interés su informe trimestral al anunciar un plan de contingencia económica encaminado a la salvaguarda de segmentos sociales vulnerables.
Dada la dimensión del problema, la expectativa sobre las medidas a adoptar fueron muy superiores a las que finalmente fueron decididas, el sabor a la unilateralidad, visión corta y carencia de entendimiento se vuelve a hacer patente como una constante gubernamental.
Es evidente la pérdida de empleos, difícilmente las pequeñas y medianas empresas pueden hacer frente a la situación, circunstancia que las coloca en un alto grado de insolvencia, sin estar en posibilidad de mantener a sus trabajadores, por lo que muchas personas en estos momentos difíciles pasaran a engrosar las filas de desempleados, derivado del inminente quebranto de sus fuentes de trabajo.
En este aspecto, no hubo ningún pronunciamiento al respecto, se dejó desprotegido completamente al empleo formal, no existen programas de salvamento a través de medidas contracíclicas para las pequeñas y medianas empresas, por lo tanto, tampoco se puede afirmar que sea un plan para conservar, proteger y garantizar la economía y el empleo, sino únicamente el establecimiento de programas sociales, sin ninguna protección al salario.
Por otro lado, cabe añadir algunas frases y comentarios que probablemente sean susceptibles de conducirnos a su verdadera intención: “esta crisis nos viene como anillo al dedo”; “el modelo neoliberal se acabó”. Se le atribuye a Fidel Castro la receta para apoderarse de un país: a) concentra el poder; b) destruye las instituciones y crea las tuyas propias y; c) cambia el modelo económico.
El hecho es que todos esperábamos un mensaje de unidad nacional, para sorpresa de muchos, la línea sigue siendo de lucha de clases y fragmentación, sin reglas claras ni certidumbre, simplemente abonar a los rencores sociales, lo que sin duda agravará la situación.
Ante esas tendencias del régimen federal, comienzan a surgir liderazgos emergentes en los gobernadores y presidentes municipales, inclusive con planteamientos hasta de abandonar el convenio de coordinación fiscal, previendo que esta crisis no solo es de salud y economía, sino también política y de ceguera institucional.
Los proyectos hegemónicos en etapas críticas al pretender la distribución a partir de la concentración estatal, conlleva a la subordinación social e incapacidad del propio Estado, en cambio, coordinar esfuerzos a partir de que cada parte tome su propia responsabilidad, hace a todos contribuyentes del bienestar social.