Jorge Miguel Ramírez Pérez.
En toda crisis independientemente quien o quienes hayan sido exactamente los responsables alguien tiene que pagar las osadías, es parte de la mecánica de las venganzas internacionales, porque nadie festeja las derrotas a menos que sean los mexicanos que hasta inventamos la historia de los “niños héroes” para destacar en la mente de las generaciones que somos perdedores, y más si trata de perder con Estados Unidos, como un mensaje ominoso para que no se nos olvide.
En esta guerra geopolítica entre Estados Unidos por detener de tajo las codicias de la clase dirigente de China, un híbrido aristocrático de severos y autoritarios jefes del Partido Comunista Chino, que lo mismo fungen como burócratas de alto rango que como empresarios respaldados por el buró de poder político; con altas pretensiones de retornar a sus milenarios imperios y someter al mundo iniciando con la profusión de productos, para terminar con el manejo de la voluntad personal de millones, como proyecto central de poder mundial; las cosas se van a poner peor.
Los chinos del poder avanzaron mucho sobre todo con el experto en demagogia, el protoislamista Barak Obama, que les abrió todas las líneas de poder para que se aprovecharan los asiáticos de ganar terreno no solo en la industria mundial, que hoy es prácticamente es una industria china.
Los estadunidenses durante 28 años desde que George Bush era presidente, les permitieron a los chinos de todo, incluso a que les propinaran un catálogo completo de insultos y bravatas mediante un entenado político, el dictadorzuelo de Corea del Norte: Kim Jong-Un, sin que reaccionara Estados Unidos; todo porque el odio a Rusia, les trastornaba a los Bush y a los Clinton, que más que sostener la doctrina realista definiendo a Rusia como la principal amenaza, como analizaba Morgenthau; lo fomentaban en el ánimo de quitarle a los rusos todas las riendas del imperio que desde la época de Iván IV “El Terrible”, se fue consolidando hasta el zar Nicolás II y que el propio Lenin, dentro de sus agitada y contradictoria vida no desmembró, al contrario en una reunión histórica en 1919 en Bakú, Azerbaiyán ratificó la política de mantener la enorme territorialidad y de no desestructurar el ejército imperial, al que solo le cambio los mandos esenciales.
En esa tarea de romanos errada, porque contrariaba las recomendaciones de Harol Mackínder, desde 1918 cuando definió a Rusia como inatacable, los demócratas sobre todo influenciados por la errática “doctrina idealista” de los diplomáticos liberales de Washington, tuvieron el mismo fin que Napoleón y Hitler, sencillamente no pudieron doblegar a los rusos en su casa. Craso error.
Lo más que lograron fue meter a Ucrania en un conflicto, utilizando las reminiscencias generacionales de las viejas brigadas de corte nazi, que acabaron perdiendo Crimea.
Así las cosas, por su nombre y no me quiero referir a otros errores como los de usar a la organización fundamentalista de los “Hermanos Musulmanes” para absurdamente pretender imponer un tipo de democracia estadounidense, pero con fuertes esencias del autoritarismo y tolerancia de los sunitas whabitas, adictos a la yihad. Fumadas de la tía Hilaria, aconsejadas por su íntima, la islamista radical Huma Abedin, cuyo padre Syed (tocayo de K tab, el maestro de Osma Bin Laden) Zainul Abedin, era el operador de cabecera del jefe de los “Hermanos musulmanes”: Abdullah Omar Nassef.
Por eso se les culpó a la Clinton y a Obama de patrocinar o promover al Daesh, el desproporcionado califato asesino llamado por estos lares como Estado Islamista. Todo, según ellos, para penetrar a Rusia, cuando hasta los más sagaces políticos de Estados Unidos, como el legendario George Kennan, jamás tuvo una pretensión tan desquiciada, y se conformó con mantener un perímetro de contención que absorbía recursos políticos y militares sobre las colindancias soviéticas.
Esas prácticas equivocadas le permitieron a China espacios en el tiempo que aprovecharon, para manejar una dizque alianza con los políticos de EUA del pasado, y planear con todo el tiempo y con todos los recursos que tenía la tiranía feroz, la comunista, apalancada por las finanzas de Wall Street; planes de dominio de penetración ellos sí, en el continente americano y en Europa, que se volvió inusitadamente en un territorio de disputa tanto por las fuerzas rusas mediante los acuerdos del gasoducto de Siberia, pero sobre todo de los chinos que ya habían el año pasado firmado acuerdos de energía que pagarían en yuanes desdeñando el dólar como moneda válida del mercado energético mundial; amén de los acuerdos de Huawei con los países europeos del Mediterráneo para entrar en los controles de las escalada tecnológica de la 5G, versión amarilla.
El colmo fue la escalada contra la refinería mas importante del mundo en Arabia Saudita, la volaron drones chinos, manejados por yemenitas chiíes, por encargo de Irán. Y la cosa no quedó allí, porque los sauditas de inmediato cambiaron de proveedor del escudo antimisiles. Y le compraron a Rusia la protección; a la vez que exigieron, me imagino, la venganza contra los orquestadores del ataque; y de ahí que hicieran añicos en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad, al cerebro y estratega de los chiíes Qasem Soleimani.
Así que siempre se pagan los platos rotos. Porque la oficina de Lavrov el jefe de la diplomacia rusa, casi en tono de burla, declaró que lo único que lamentaba era que el asunto no se hubiera tratado antes en la Naciones Unidas.
El virus obviamente fue la respuesta de China, que programó el ataque metiéndolo en el mercado de Wuhan; como sucedió hace un lustro con el SARS, en la región de Guang dong. La trama parecía perfecta y sacrificaron un número incontable de sus pobladores, lo que para ellos no es significante debido a la sobre población, recuérdese que en los setentas Mao Zedong dejó que muriera de hambre 35 millones, para ellos, descarnados, una bicoca.
Fue el virus la respuesta de los golpes a China para desmontarlo de sus planes de convertirse en la potencia número uno, todos han sido contundentes: el alza de los aranceles en estos dos años del 3% al 27%, la cancelación del Transpacífico, que ataría a EUA como únicamente consumidor de todo lo que los chinos hacen, incluyendo sus productos basura con lo que han inundado al mundo entero; otro golpe, la determinación de que Google no les facilitara la plataforma a Huawei, y en estos últimos días, ya con la pandemia, la cancelación de las operaciones de hidrocarburos, en la que Rusia estaba interesada; pero no tanto como para sostener indefinidamente la baja de los precios del petróleo que Arabia, azuzada por EUA planteó cargando los beneficios hacia Estados Unidos, que la hizo muy bien con un disfraz de árbitro.
Mientras investiga EUA a sus científicos que han prestado sus servicios a los chinos, a sus universidades por encargo del gobierno comunista; a espaldas de los informes de las universidades estadounidenses de origen; que tenían que dar cuenta sobre contrataciones de toda índole: sobre tecnología y ciencia, por las posibles afectaciones a la seguridad nacional.
Y faltan más casos de comentar, solo me resta decir que la OMS está en la lista negra de esta guerra real, porque no puso en la justa dimensión el tema del Covid 19, lo minimizó y ya les van a quitar el subsidio, lo que sería uno de los pasos para quitarse de encima esas pesadas burocracias, poco útiles de la ONU, que lejos de ser congruentes con sus patrocinadores, patean el pesebre, como se dice en el rancho.