Ciudad de México.- Tras el anuncio la noche del lunes del gobierno de la Ciudad de México de la declaratoria de emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, la capital mexicana continuó ayer con su lento proceso de ‘apagado’.
Bares, terrazas, restaurantes, tiendas de ropa, y plazas comerciales, bajaron la persiana para unirse a los cines, teatros, y museos, que también pararon labores desde la semana pasada, y a las empresas y corporativos que, dos semanas atrás, mandaron a sus empleados a hacer ‘home office’.
Sin embargo, por las calles del centro histórico, uno de los tradicionales termómetros de la capital mexicana, aún pudo apreciarse una resistencia a cumplir con el mandato de los gobiernos federal y capitalino de quedarse en casa para mantener a raya al coronavirus, que hasta ayer martes sumaba ya más de 1 mil 200 casos confirmados y 29 muertos.
“Es que vengo al trabajo” “estoy haciendo unos trámites”, o “voy al banco para ver si ya me depositaron la quincena”, fueron, de hecho, las frases más repetidas por los viandantes de la calle Madero, que ayer registró más afluencia de personas que el lunes de la semana pasada, a pesar de que, a diferencia de hace siete días, muchas tiendas de ropa, ópticas, y restaurantes ya cerraron sus puertas tras la declaratoria de emergencia.
“Salgo porque no tengo miedo al coronavirus”, aseguraba Víctor Martínez, un estudiante de 21 años, que esperaba su turno en una larga fila para acceder a una sucursal bancaria.
“Ya llevo 15 días encerrada en mi casa y aproveché un rato para salir a dar un paseo”, dijo por su parte Graciela, también de 24 años, que caminaba de la mano con su pareja a la altura de la Torre Latino.
“No tengo ni idea de lo que dijo ayer Claudia Sheinbaum”, admitieron por su parte María, Lucía y Raquel, cuando se les cuestionó si conocían las medidas anunciadas ayer martes por la jefa de gobierno, para que la gente se quede en casa.
Ramses, un diseñador de moda de 23 años que caminaba con un helado en la mano que compró tras hacer fila en un “centro de postres”, comentó que sí conocía las medidas decretadas por Sheinbaum y enfatizó que le parecían “muy pertinentes”. Aunque, acto seguido, admitió que su respuesta no era muy congruente con su paseo relajado por la calle en plena emergencia sanitaria. “Prometo encerrarme mañana”, dijo.
Deya, de 24 años, explicó que en la tienda donde trabaja le comunicaron que ya no regresara a laborar hasta el próximo 30 de abril, y que por eso estaba “aprovechando el último día en la calle” tomando fotos a un amigo en la explanada casi desierta de Bellas Artes, en la avenida Juárez.
Mientras que Laura y Miguel, dos estudiantes de ingeniería civil de 23 años que platicaban al amparo que les ofrecía la sombra de la enorme bandera mexicana que ondea frente a la Catedral Metropolitana, dijeron que interrumpieron su encierro para poner fin a su relación, antes de que las medidas de confinamiento puedan tornarse más estrictas y ya no puedan aclarar las cosas en persona.
“Sí estábamos cumpliendo con el confinamiento -enfatizó Miguel-. Pero, como ayer salió lo de la declaratoria de emergencia y que todo el mundo tiene que empezar a aislarse, aprovechamos antes para hablar en persona y darnos un tiempo”.
Animal Político