El tsunami financiero

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Si entendemos que prácticamente no hay empresa que pueda permanecer tres meses fuera del mercado y sobrevivir, entonces medianamente podemos imaginarnos lo que está sucediendo en las entrañas de la economía de los países y obviamente en la economía mexicana, que ya está en condiciones técnicamente irrescatables.

Las diversas entidades que miden el producto interno bruto, empezaron asignando a México un decrecimiento de -3 en febrero y ahora a mediados de mayo, hablan de un -9.95 % de caída; y eso, por no decir, que se acercará a menos del -15%, algo históricamente inimaginable. Por eso la fácil era descalificar el indicador técnico que es el PIB, decir que es una falacia, aunque por supuesto no lo sea.

Los daños estructurales ya se sucedieron hace un par de semanas: los problemas de producción, de capitalización, de personal, de indemnizaciones, de adeudos y fiscales, todos, son un hoyo. Pero hay que decirlo, los que ya pasaron a la fila de los insalvables son los pequeños comerciantes y talleres, que se quedaron sin un peso, sin poder colocar sus productos y servicios, porque además como lo que pasa con los locatarios de los mercados, tienen prohibido vender, no así, los grandes almacenes que siguen comercializando sus productos y más, porque a ellos se les han incrementado sus ventas hasta en un 30% y más.

Y los gobiernos en general, y en particular el de México, todavía no tiene un plan ni siquiera a nivel enunciativo para discutir cómo van a atacar el problema de la pobreza generalizada.

Pero hasta ahí, era previsible que un gobierno que solamente ha hecho la labor de desmontaje de las líneas económicas le sucediera lo que sucede cada día.

El problema es mucho mayor. Porque lo que sigue son conclusiones desastrosas en el plano mundial. Porque una vez arriba de la ola del conflicto entre los Estados Unidos y China, lo que se revela son mas boquetes.

Así que se cimbra el mundo, porque en esta guerra de diversas especialidades de agresión, los chinos son los tenedores de la deuda del gobierno estadounidense, y ya lanzaron la especie de rematarla y hundir al dólar.

Obra en contra de los asiáticos que, una vez logrado su propósito, también se caigan financieramente, porque una macro operación de esas se revierte y afectaría al 70% de sus empresas. Es decir, el colapso.

Eso alegra a los socialdemócratas porque tienen tema discursivo y a los comunistas que no son capitalistas, es decir a los comunistas que no cuentan. Se quieren imaginar que el capitalismo se cae, cosa que es improbable, porque más bien los que se lamentarían son los que se van a confrontar con las

hordas, que ya se aprestarían a una serie de escaladas de violencia, porque todo lo que los demagogos prometieron no pudieron cumplir.

Se les olvida a los socialistas el tema de las realidades que no desaparecen con la crisis del enfrentamiento de EUA contra China o con las secuelas del virus; habría que recordarles que Wallerstein fue contundente en sus análisis de la economía-mundo cuando señaló tres factores indisolubles: el primero, que hay un solo mercado mundial; segundo que el sistema político es y será interestatal, es decir no existe algo parecido a una estructura de gobierno mundial; y tres, que las ideas dicotómicas, las de confrontación capital vs. Trabajo, no operan como sustentan los marxianos sino en un triángulo de equilibrio, donde aparecen funciones tripartitas, en ese esquema lo que desconsidere a las clases medias, es improcedente.

Así que eso de que se termina la pandemia por decreto como señalan algunos, es una salida sin bases, es sobre todo un intento para cubrir como consigna nacional, lo que Trump pidió: “que se reanude la cadena de producción” porque la lucha sigue, y los vecinos no piensan rendirse ante China, por más golpes que les receten; y el presidente estadounidense sabe que una salida práctica es sostener el ritmo de producción aunque sea disminuido, porque en términos de percepción todos los pueblos del mundo culpan de las desventuras de la pandemia a los chinos, aunque no existan precisiones documentadas, digamos “objetivas” como se estila en el mundo de las formalidades falsas, es decir de lo políticamente correcto.

Y como no hay regreso al pasado, por las lógicas física e histórica, lo que se haga ahora tendrá repercusión y trascendencia como lo hizo la sociedad civil en 1985; porque los gobiernos no cuajan ninguna idea, porque no aceptan que la estabilidad de las quincenas seguras ya no volverá, y lo que mas se perfila, es una tormenta financiera que por ahora es inminente, algo así como la película “Melancolía” de Lars Von Trier.

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